
En los años 80, España vivió una auténtica revolución en la industria del videojuego.
Los microordenadores de esta época, como el ZX Spectrum, MSX, Commodore 64 y Amstrad CPC, ofrecían capacidades técnicas limitadas pero suficientes para desarrollar experiencias interactivas memorables. La creatividad de los desarrolladores suplía las restricciones gráficas con mecánicas innovadoras y un diseño artístico que capturaba e impulsaba la imaginación de los jugadores.
Esta fue una era donde los gráficos en pantalla eran rudimentarios y el arte de las portadas jugaba un papel fundamental en el éxito de un videojuego. Las ilustraciones no solo servían como carta de presentación, sino que también evocaban mundos y aventuras que los píxeles no podían representar con fidelidad. En este contexto, destacaron varios artistas gráficos que se convirtieron en figuras clave, dotando a los videojuegos de una identidad visual única.
Un gran ilustrador que dejó su huella en las portadas de videojuegos de los años 80 y 90 fue Luis Royo. Su estilo detallado y su enfoque cinematográfico hicieron que sus ilustraciones fueran impactantes y memorables. Royo trabajó en títulos como Game Over (Dinamic, 1987) (Nota importante: dicha portada y su ilustración provocó una gran polémica en la época), Navy Moves (Dinamic, 1988) y Turbo Girl (Dinamic, 1988), entre otros.
Además de Luis Royo, otro ilustrador destacado en la Edad de Oro del videojuego español fue Juan Giménez. Giménez, reconocido por su trabajo en cómics y ciencia ficción, también dejó su huella en el mundo de los videojuegos con ilustraciones impactantes. Su estilo detallado y cinematográfico lo convirtió en un referente visual de la época.
Otro nombre relevante fue José María Ponce, quien colaboró con la revista Microhobby y realizó portadas para varios títulos de la época. Su trabajo ayudó a definir la estética de los videojuegos españoles en los años 80 y 90.
Estos artistas y otros varios, aunque con menor reconocimiento, fueron fundamentales para dar identidad visual a los videojuegos de la época, convirtiendo sus ilustraciones en piezas icónicas que aún hoy son recordadas con nostalgia. La estética de las portadas era clave para atraer a los jugadores, y estos ilustradores ayudaron a definir la identidad visual de muchos títulos clásicos.
Pero de todos estos artistas gráficos, podemos destacar uno sobre el resto debido al carisma de sus obras y la dedicación que profesaba por su arte y el medio.
Este ilustrador fue Alfonso Azpiri.
Nacido el 17 de Febrero de 1947, Alfonso Azpiri no solo fue un ilustrador de portadas, sino un artista que dejó una huella imborrable en la industria del videojuego, cómics y otros medios, consolidándose como uno de los artistas más influyentes de su generación. Su colaboración con estudios españoles le permitió aportar su talento a títulos emblemáticos, elevando la percepción artística de los videojuegos en una época donde el arte digital aún estaba en pañales. Azpiri, con su estilo vibrante y detallado, creó algunas de las portadas más icónicas de la época. Su trabajo no solo embellecía los juegos, sino que también los dotaba de una personalidad propia, convirtiéndose en un elemento esencial para atraer a los jugadores. Su estilo, caracterizado por personajes expresivos, escenarios detallados y una paleta de colores vibrante, se convirtió en un sello distintivo.
Dentro de la industria del cómic e ilustración, salieron de sus lapices grandes obras de la época como fueron “Pesadillas y Otros Sueños”, obra de ciencia ficción con reconocimiento internacional, multitud de colaboraciones con la industria del cine incluyendo carteles y storyboards, recopiladas en el libro “Azpiri y el Cine”, “Zephid”, una historia de fantasía heroica que fue uno de sus primeros trabajos destacados y colaboraciones en revistas de la época de ciencia ficción como 1984, Zona84, Cimoc, y similares.
Pero sus grandes referentes fueron dos obras que despuntaron sobre el resto: “Mot”, un personaje infantil que apareció en el suplemento de “El País” y que posteriormente tuvo su propia serie animada. Y sobre todo “Lorna”, su obra más icónica, una serie de ciencia ficción con un fuerte componente erótico, publicada en revistas como Heavy Metal y Penthouse.
Lorna debutó en 1980. Inspirada en el estilo de Barbarella, Lorna es una aventurera espacial que protagoniza historias llenas de acción, humor y sensualidad. La serie fue publicada en revistas como Cimoc y posteriormente en Heavy Metal y Penthouse Comix, lo que le permitió alcanzar reconocimiento internacional. A lo largo de los años, Lorna evolucionó tanto en narrativa como en calidad artística, con ilustraciones cada vez más detalladas y vibrantes.
Además de los cómics, Lorna tuvo presencia en otros medios, incluyendo un videojuego desarrollado por Topo Soft en 1990. También hubo intentos de llevarla a la animación con proyectos como Mouse Club en 1996, aunque no llegaron a consolidarse.
El personaje de Lorna es un reflejo del estilo característico de Azpiri: mujeres fuertes, mundos futuristas y una estética visual impresionante. Su legado sigue vivo, siendo una obra de culto para los amantes del cómic y la ilustración.
A parte del legado en el campo del cómic e ilustración, Azpiri ilustró multitud de portadas de videojuegos, destacando las siguientes:
Mad Mix Game (1988). Este juego de Dinamic Software, inspirado en Pac-Man, tuvo una portada vibrante y llena de color que reflejaba la locura y el dinamismo del título. La ilustración de Azpiri ayudó a darle una identidad única, diferenciándolo de otros juegos similares y atrayendo a los jugadores con su estilo caricaturesco y expresivo.
Phantis (1987). La portada de Phantis es una de las más recordadas de Azpiri. Con una heroína en primer plano y un escenario alienígena de fondo, la ilustración transmitía la sensación de aventura y peligro que caracterizaba el juego. La imagen fue clave para generar interés en el título y reforzar su narrativa visual.
Camelot Warriors (1985). Este juego de plataformas y acción tenía una portada que evocaba el mundo medieval y fantástico en el que se desarrollaba la historia. La ilustración de Azpiri, con un caballero en una pose heroica, ayudó a establecer el tono épico del juego y a captar la atención de los jugadores.
Lorna (1990). Basado en el personaje de cómic creado por Azpiri, Lorna fue un videojuego desarrollado por Topo Soft. La portada, con la protagonista en una pose desafiante, reflejaba perfectamente el tono de la obra original y ayudó a consolidar la conexión entre el cómic y el videojuego.
Todo este recorrido y exposición anterior ha sido de necesario para poder, mínimamente, comprender los sentimientos y emociones que pasaban por la cabeza de aquellos adolescentes que en aquellos momentos se iniciaban en la incipiente industria del videojuego (y que a día de hoy podrían ser llamados “gamers” o por lo menos sus precursores) así como el legado de aquellos años que nos llega hasta nosotros 40 años después.
Hoy nos encontramos con el libro Más allá del arte de Spectrum. Desde Azpiri hasta hoy, que a modo resumido es una obra que pretende rendir homenaje al legado visual del Spectrum y, en particular, al trabajo de Alfonso Azpiri. Publicado por GTM Ediciones, este volumen recopila ilustraciones originales y varias reinterpretaciones de su obra por otros artistas, ofreciendo una visión completa de su impacto en la industria.
Desde un punto de vista técnico, el libro cuenta con 132 páginas, encuadernación en tapa dura, impresión en offset a color, y un formato de 30 x 22 cm. Nos encontramos con una cuidada edición, y la buena calidad de sus materiales lo convierten en una pieza de colección para los amantes del arte y los videojuegos.
Respecto al contenido del mismo, el libro nos propone un primer bloque en el cual presenta casi 50 ilustraciones / cubiertas de videojuegos a página completa, acompañada de una breve reseña del mismo e imágenes del videojuego en la página contigua (anterior o posterior). Las reseñas tratan y exploran del contexto histórico que pudo acompañar al videojuego, peculiaridades del desarrollo del mismo, plataformas en las que se puso a la venta o particularidades de la ilustración. Todo lo anterior está acompañado de un marco o estética que rinde homenaje al branding del Spectrum: cada una de las páginas que acompañan al texto se incluye la típica franja “multicolor” icónica del microordenador.
Ya entrando en la recta final del libro nos encontramos con un bloque en el cual la propuesta pasa por un homenaje por parte de varios ilustradores actuales, en el cual versionan y recrean varias de las portadas anteriores o incluso ilustraciones de Azpiri que no fueron parte de aquella época. Incluso este homenaje y recreación va más allá de Azpiri al recrear dos portadas míticas de la época: La Abadía del Crimen, ilustrado por Juan Delcan, y “Sol Negro” ilustrado por Juan Jiménez.
Respecto a la valoración y sensaciones después de leer el libro y deleitarnos con sus ilustraciones, el libro no solo presenta las ilustraciones de Azpiri, sino que también explora ligera y superficialmente el contexto histórico en el que fueron creadas. A través de sus páginas, el lector puede sumergirse en la evolución del arte en los videojuegos y comprender la importancia de las portadas en la construcción de la identidad de los títulos de la época.
Las láminas incluidas en la obra permiten apreciar el nivel de detalle y la maestría de Azpiri, destacando su capacidad para capturar la esencia de los juegos con un solo vistazo. Como hemos comentado más arriba, en la última parte del libro se incluyen interpretaciones modernas de su trabajo, demostrando cómo su legado sigue vigente en la actualidad. En esta sección, varios artistas contemporáneos reinterpretan algunas de sus portadas más icónicas, aportando su propio estilo y visión artística. Entre los artistas que participan en esta sección se encuentran nombres destacados del mundo del cómic y la ilustración digital, incluyendo a su propia hija, Lorena Azpiri. Sus reinterpretaciones de portadas clásicas como Phantis, Nonamed o Satan ofrecen una nueva perspectiva sobre estos títulos, adaptando el estilo de Azpiri a técnicas contemporáneas.
Para los aficionados a los microordenadores de la época (no es exclusivo del Spectrum) y al arte de los videojuegos, este libro no solamente es otra más recopilación de ilustraciones: es un testimonio del impacto de Azpiri en la industria y una pieza imprescindible para cualquier colección. Para los más jóvenes y/o desconocedores de lo ocurrido a nivel informático en aquellos incipientes años, a priori la propuesta del libro puede que nos les llame tanto la atención o no alcancen a ver el potencial del contenido. Pero si se le da una oportunidad y se acompaña con un poco de lectura complementaria (que, por cierto, hay multitud de libros donde se explora esta época de desarrollo de videojuegos en España) seguro que llega a conseguir el propósito.
No debemos olvidar que el arte de Alfonso Azpiri ha trascendido a las portadas de los videojuegos para convertirse en un símbolo de una era dorada. “Más allá del arte de Spectrum. Desde Azpiri hasta hoy” es una oportunidad única para revivir esa época y apreciar el talento de un artista que definió la estética de los videojuegos en España.
Lamentablemente, Alfonso Azpiri ya no está con nosotros, pero estamos seguros que su arte y legado perdurará en la memoria colectiva por siempre.
Este homenaje no solo celebra la obra de Azpiri, sino que también demuestra la importancia del arte en los videojuegos. Las portadas originales fueron clave para atraer a los jugadores y definir la identidad visual de los títulos.
Más información:
https://www.gtm-store.com/product/mas-alla-del-arte-de-spectrum-desde-azpiri-hasta-hoy/
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).
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