Videojuegos: Rarezas musicales (Vol. II).

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Cuando el videojuego suena diferente.

Exploramos nuevos títulos que nos demuestran que la música en los videojuegos no está solo para  “ambientar” sino que es vehículo de narrativa, emoción y estilo.

En la primera parte de este recorrido por las “rarezas musicales” en el mundo de los videojuegos, exploramos títulos como Crypt of the NecroDancer, Max Payne 3 y Cuphead, que rompieron moldes al hacer de la música no solo una herramienta de ambientación, sino un pilar fundamental del diseño jugable y narrativo. Vimos cómo estilos tan diversos como el chiptune, el jazz de Nueva Orleans o el rock experimental californiano ofrecían nuevas dimensiones sensoriales que elevaban la experiencia lúdica más allá de lo convencional.

Esa idea nos conduce a la segunda parte de este artículo, donde seguimos desentrañando joyas que apuestan por propuestas sonoras poco comunes. Juegos que, desde sus estudios independientes o producciones más consolidadas, siguen demostrando que la música en el videojuego no tiene por qué seguir un patrón único. Desde lo psicodélico y emotivo de Sayonara Wild Hearts hasta la irreverencia funk de The House of the Dead: Overkill, pasando por las tensiones melódicas de Alan Wake y el duelo rítmico de TowerFall Ascension, continuamos este viaje de melodías inesperadas que definen el alma de cada título.

En esta continuación, seguimos preguntándonos: ¿y si el próximo gran videojuego no solo se juega, sino que se escucha con el corazón?

TowerFall Ascension – [2014] – [Matt Makes Games]

Videojuegos : Rarezas musicales (Vol. II).En pleno auge del multijugador local, surgió TowerFall Ascension, una oda retro a los duelos frenéticos. Este título, desarrollado por Matt Thorson bajo su estudio Matt Makes Games, es una versión expandida del original TowerFall, publicado para Ouya, con nuevos modos, mapas y personajes. Aquí la jugabilidad es todo: duelos a flechazo limpio entre arqueros pixelados con una precisión milimétrica y mecánicas tan pulidas que convierten cada partida en un ballet de acción.

El estilo gráfico es minimista pero encantador, con un aire nostálgico que recuerda los 16 bits pero con animaciones modernas que le aportan fluidez. Aunque la narrativa es secundaria (centrada en combates y desafíos), la música tiene un papel crucial: Alec Holowka compuso una banda sonora que evoca lo épico con sintetizadores dramáticos, ritmos tribales y momentos de tensión perfectos para los enfrentamientos, todo bajo un estilo chiputne que mezcla orquesta y elementos electrónicos. La BSO refuerza la sensación de arena mística y combate ritual.

Alan Wake – [2010] – [Remedy Entertainment]

Videojuegos : Rarezas musicales (Vol. II).De indi pasamos a un triple A. De acción desenfrenada pasamos ahora a un survival horror. Si alguna vez un videojuego aspiró a ser una novela de Stephen King en movimiento, ese fue Alan Wake. desarrollado por Remedy Entertainment (creadores de Max Payne más tarde Control y posteriormente la secuela del titulo en cuestión, Alan Wake 2). Este título de acción y terror psicológico nos presenta a un escritor envuelto en una espiral de locura, luces y sombras en el pueblo ficticio de Bright Falls.

Tecnológicamente es un juego que no será recordado por ser un referente para su generación aunque cumple perfectamente y no tiene graves errores. Visualmente esta muy bien ambientado, jugando muy bien con las situaciones de oscuridad, claro/oscuros y luz. El diseño de los personajes así como sus animaciones corporales están muy bien realizadas.

Su jugabilidad combina exploración, combate con linternas y armas, y secuencias de escape, todo en una atmósfera cargada y cinematográfica. Estéticamente, es oscuro, boscoso, con nieblas y faros solitarios, emulando el suspenso de series como Twin Peaks. Pero si hay algo que lo distingue es su tratamiento musical: además de piezas originales compuestas por Petri Alanko (atmósferas etéreas y tensas), el juego incluye canciones licenciadas que refuerzan el argumento, como War, de Poets of the Fall, transformados aquí en la banda ficticia Old Gods of Asgard. Esta mezcla de música ambiental y rock melódico captura el tono emocional y psicodélico del viaje de Alan Wake.

Sayonara Wild Hearts – [2019] – [Simogo]

Videojuegos : Rarezas musicales (Vol. II).Lo visual, lo sonoro y lo emocional confluyen en Sayonara Wild Hearts, un título difícil de categorizar: ¿videojuego? ¿álbum interactivo? ¿poesía pop? Desarrollado por el estudio sueco Simogo y publicado por Annapurna Interactive, es una experiencia breve pero intensa, centrada en el ritmo, la estética y el viaje interior.

La jugabilidad combina acción rítmica, carreras infinitas, batallas musicales y movimientos coreografiados. Todo al servicio de una narrativa abstracta: una joven cuyo corazón se rompe y que atraviesa un universo psicodélico para reconstruirlo. Visualmente es una fantasía en neones, con personajes surrealistas, motocicletas que vuelan y giros inesperados. Pero la BSO es el alma del juego: compuesta por Daniel Olsen y Jonathan Eng, con voces de Linnea Olsson, nos ofrece pop electrónico envolvente, que guía cada nivel. Cada canción es un capítulo emocional, un latido que sincroniza con los controles. Acompañado por la narración serena de Queen Latifah, el resultado es un juego que se baila tanto como se juega.

The House of the Dead: Overkill – [2009] – [Headstrong Games]

Videojuegos : Rarezas musicales (Vol. II).Si Cuphead bebía de las caricaturas, The House of the Dead: Overkill lo hace del cine grindhouse y serie B. Desarrollado por Headstrong Games bajo la marca de SEGA, esta entrega alternativa de la saga The House of the Dead se aleja del tono serio para abrazar lo grotesco y lo exagerado.

Es un shooter sobre raíles con una narrativa absurda, vulgar y autoconsciente que parodia películas de zombies, agentes secretos y experimentos militares. Visualmente, está diseñado como un film retro: filtros sucios, cortes bruscos, colores saturados y títulos estilizados. Pero lo que de verdad subraya su identidad es su banda sonora: funk, soul, garage rock y psicodelia setentera. Cada track parece sacado de una película de blaxploitation (subgénero cinematográfico que surgió en EEUU en los 70), y el resultado es tan descarado como inmersivo. El juego incluso incluye álbumes ficticios y anuncios falsos, redondeando su universo musical y estético.

Al final de todo, la música se convierte en mecánica, emoción y alma del videojuego. En el extenso y polifacético universo de los videojuegos, la música ha dejado de ser un simple acompañamiento para convertirse en el eje vertebral de experiencias completas. Hemos recorrido títulos que, lejos de conformarse con lo convencional, apuestan por estilos sonoros arriesgados, vibrantes o emocionalmente íntimos, redefiniendo lo que significa “jugar”.

Cada uno de los juegos expuestos (Crypt of the Necrodancer, Max Payne 3, Cuphead, Towerfall Ascension, Alan Wake, Sayonara Wild Hearts y The House of the Dead: Overkill) es una demostración de que la banda sonora no sólo acompaña, sino que respira junto al jugador, marca el ritmo de la acción, refuerza la identidad estética, potencia el argumento y, en ocasiones, se convierte en la verdadera protagonista.

Estos “raros” musicales nos enseñan que, en el mundo interactivo, la música no tiene limites: puede ser luz en la oscuridad, impulso en el combate o consuelo en lo melancólico. Puede sonar a neón, a jazz añejo, a psicodelia pop o a los ecos de un bosque encantado.

Y como en toda buena canción, lo importante no es cuántos compases tiene, sino cómo nos hace sentir al escucharlos.

No te pierdas: “Videojuegos: Rarezas musicales“.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

Fran Villanueva
Experto en videojuegos y en cómic, es un gran aficionado al grupo canadiense de rock progresivo Rush. En sus artículos explora las conexiones entre la música y esas expresiones artísticas que tanto le apasionan.

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