Primer trabajo en solitario del cantante madrileño.
Carlos Escobedo Calero lleva en el mundo de la música desde casi antes de nacer. De padres y abuelos melómanos, cogió su primera guitarra casi antes que su primer Chupa-Chups. Desde entonces no se ha separado en ningún momento de la que ha sido su gran pasión: hacer, tocar y escuchar canciones. Siempre le apasionó la música más dura, aunque ha tocado palos también tan diferentes como el folklore de sus raíces extremeñas. Desde muy joven, y con su hermano Jorge, ha liderado a una de las bandas más potentes del panorama nacional de este siglo como ha sido Sôber. Quizás la vorágine de una gran banda no le ha permitido tener ese momento más íntimo con la música que tanto ama. Sin embargo, con este primer trabajo en solitario, donde a lo Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como, ha conseguido encontrar esa reconciliación consigo mismo y sacarse esa espinita. El menú lo componen canciones nuevas, pero también canciones previas suyas vestidas con una indumentaria diferente o temas que le han marcado y a los que ha querido dar su punto de vista más particular. Aunque éste que suscribe este artículo conoce a Carlos casi desde ese momento en el que desdeñó el Chupa-Chups por la guitarra, ahora ha tenido la oportunidad de poder hablar sobre este nuevo trabajo donde podemos conocer al Carlos Escobedo más auténtico y más crudo. Estas son sus impresiones.
¿Cómo está Carlos Escobedo? ¿Tenemos Escobedo para rato?
De momento sí…y hasta que el cuerpo aguante. Me sigue sorprendiendo que el pozo de la creatividad de momento no se seca y, mientras eso ocurra, pues tendremos Carlos para rato. La verdad es que acabo un disco y ya me surge un nuevo tema para el siguiente. Así que, mientras sigamos así, pues habrá Carlos para rato.
¿Qué te hace lanzarte a esta aventura en solitario?
Hace tiempo que voy gestando una serie de canciones que, desde mi parecer, no encajan bien en el seno de Sôber. Como me apetecía tener un disco también con canciones que me representaran y que me han marcado desde hace mucho tiempo, o rescatar canciones del pasado dándoles un toque más sureño, más orgánico, pues todo ha confluido en este trabajo en solitario.
¿Qué hay en Solitud que no haya en Sôber o en Savia? ¿Es el fraguado de los acústicos que haces con Carlos y Raúl? ¿Es tu proyecto más personal? ¿Habrá un antes y un después en Carlos después de este trabajo?
Todos los cambios te sacan de tu zona de confort y te hacen crecer. Solitud tiene mucho de esa parte de conexión contigo mismo y de generar música sin tener un referente. Aquí, como no existía ese referente, hemos hecho las canciones como nos ha dado la gana. Nos ha permitido, por ejemplo, hacer las canciones de una en una, componerla, producirla e ir al grabarla al estudio. Y después de eso a por la siguiente. Anteriormente tú componías el disco en su totalidad y luego ya lo grababas del tirón. El hecho de ir canción a canción les ha dado una esencia diferente. También ha permitido que, por ejemplo, haya temas grabados por José Bruno, batería de Leyva y ahora de Fito y otro, por ejemplo, por Matt de Vallejo, batería clásico de metal pero que ahora está girando con Aitana.
Pero tú siempre has sido alguien que has manifestado tus sentimientos en la música. Recuerdo ese “Reddo”, con un tema dedicado a tu recién estrenada paternidad en “Una hora más” o ese “9:00 AM” referido a los atentados del 11-M.
Aquí hay una búsqueda de sentimientos todavía a un nivel más profundo, desde la raíz, desde la desnudez, desde la vulnerabilidad de uno mismo, mostrándote como eres.
El trabajo contiene una serie de temas nuevos, algunos revisitados de proyectos previos y una serie de versiones o covers. ¿Por qué has elegido estos temas de Los Suaves, de Sabina, de Antonio Vega o de Marea? Yo, que te conozco desde hace siglos, en el local de ensayo te he visto ir derechito a tocar temas de Tool, Stone Temple Pilots, The Darkness, Greenday…
Aquí se ha apartado un poco la parte musical y hemos buscado la historia que hay detrás de la canción, el mensaje que encierra cada letra. Nos hemos metido en la historia de quien creó esa canción, intentando capturar la esencia que encierra. Tú y yo, que hemos escuchado desde hace siglos a Los Suaves en caset, pues posiblemente no nos habíamos parado nunca a pensar en el mensaje que encierra un tema como “Dolores se llamaba Lola”. Aquí le hemos dado una vuelta de tuerca más. Siempre me han llamado mucho la atención esos grandes letristas como son Kutxi Romero, el Yosi, Antonio Vega o Joaquín Sabina y como contaban las cosas desde el punto de vista que las contaban.
Alguno de los temas como “Insensible” tiene hasta un aroma a aquello experimental que hicisteis con Sôber en “Desde aquí hasta la eternidad” del 2010.
Tiene un toque más oscuro, tanto ese tema como “Apocado”, un punto de vista más electrónico e industrial a lo Nine Inch Nails, con un tempo más bajo. “Insensible” que, por ejemplo, en el disco era un tema mucho más rápido, se abre ahora a un escenario diferente. Por ejemplo, no tiene batería, es todo electrónico.
Hay también un guiño a Savia con “Agua para tu sed” o “Insensible”. ¿Hay alguna oportunidad de volver a relanzar aquel proyecto, sobre todo tras la gira de los 30 años de Sôber del año pasado?
En principio no. Este disco es un recorrido por mi vida como compositor, casi yo diría que un homenaje a mí mismo, recopilando canciones que han representado un punto de inflexión en mi vida (como fue, por ejemplo, “Insensible”). No te miento si te digo que todavía no he tenido la oportunidad de escuchar el disco en su totalidad, de principio a fin sin parar, pero creo que el setlist es el adecuado y que refleja lo que ha sido mi discurrir hasta ahora en la música. Por ejemplo, “Apocado” es un tema que sale en lo más duro de la pandemia y seguro que cada vez que lo escuche me llevará a ese momento.
El disco (como nos acostumbras con Sôber o Savia) lleva por título una única palabra (que además he tenido que buscar en el diccionario para comprobar que existía). ¿Qué mensaje encierra esa Solitud, hecha también tema dentro del disco?
Solitud es la agradable sensación de estar a gusto contigo mismo. Es estar solo sin sentirse solo. Yo, en este disco, me he encontrado muy a gusto estando solo. Personalmente estoy viviendo un momento quizás más espiritual. Me he sentido muy bien componiendo solo, construyendo tú mismo la canción, sin tener que pensar en que estás preparando (por ejemplo) una guitarra que luego tendrá que tocar éste o el otro. Y eso que a mi me gusta trabajar colaborando, pero esto ha sido una experiencia nueva. He tenido que poner de acuerdo a todos mis yoes hasta un punto en común. Solitud canción hacer referencia a ese refugio interior que tiene cada uno y que sirve de sanatorio particular para uno mismo.
El disco lo abre “Sábanas vacías”, que cuenta la vida de alguien que vive a contracorriente de lo estipulado, de lo normalizado…
Es un tema que muestra que hay tantas realidades y mundos como individuos. Cada uno vemos las cosas a nuestra manera. Hay una frase que dice “cuando crees que estamos muertos, hay cientos de supervivientes”. Esa frase encierra toda la filosofía de la canción.
“Inmerso” es una continuación (en cuanto a letra y música) del “Naufrago” de Superbia. ¿Era aquella una historia no acabada?
Pues tiene que ver, sí, tiene que ver. Eso de “contar las olas de mar” me pareció una metáfora muy bonita. Es una penitencia tener que tomar a veces una decisión que, por muy dolorosa que sea, es la única alternativa que te queda. Al final, el mensaje que perdura es que el amor siempre triunfa. El video (por entonces no disponible, aunque ahora ya sí), elaborado con IA, plasma esa idea de algo que en esta vida no se puede hacer, es posible que en otra más adelante sí. Es la canción más esperanzadora del disco.
Ese “Aire, Fuego, Tierra y Mar” es una llamada de socorro por un medio natural que nos estamos cargando poco a poco. Fíjate el verano de incendios que hemos tenido. ¿Es demasiado tarde ya?
Buff, pues hay veces que, cuando echas la vista atrás y ves la cantidad de cambios que hay que hacer para reconducir la situación, te parece imposible que esto pueda redirigirse. Nosotros somos nuestros peores enemigos. No somos conscientes de que la naturaleza lo es todo. Durante la pandemia, por ejemplo, me di cuenta de que la naturaleza poco a poco se volvía a adueñar de las calles, de lo que hasta muy poco antes le pertenecía. Recuerdo salir con mi perrito a pasear y me sorprendía ver como los pájaros habían perdido el miedo, se te acercaban. Empezabas a ver una ciudad diferente. Entonces te das cuenta de todo lo que has hecho, de lo que les has arrebatado.
En “Thamar y Amnom” recurres de nuevo a la literatura para musicalizar, en este caso, un poema de Lorca. Ya lo hiciste en su momento con Sôber, cuando echaste mano de “Los renglones torcidos de Dios” para “Torcidos”. ¿La lectura te influye a la hora de componer? ¿Eres un gran lector?
No soy un gran lector. Y mira que me jode, pues me gustaría tener más paciencia para poder leer más y devorar libros. Me encantaría poder enfrascarme en la lectura pero es que, cuando me pongo a leer, enseguida rescato algo del libro y me tiro hacia la música. Así que la música consume casi todo mi tiempo. En este caso, con este poema de Lorca inspirado en ese pasaje bíblico, lo que me llamó la atención fue ese momento desgarrador de la habitación que compartían los hermanos y, según lo iba leyendo, ya iba imaginando la música. Así que coges la guitarra acústica y te pones a ello. El poema es más largo que la canción y tuve que quedarme con esos párrafos que definían ese momento que te comentaba. La canción a mí me ha encantado, pues tiene ese toque aflamencado 6×8 tan andaluz, tan granadino como Lorca.
Te has hecho acompañar en este “Agua para tu sed” de Ruth Lorenzo, a la que te une una gran amistad, ¿no?
Pues lo que empezó como una unión musical entre compañeros ha acabado fructificando en una gran amistad. Ruth además entiende la música desde esa parte más visceral y pasional, muy cercana a la mía. Ella, en el escenario, se descarga y lo da todo. Y mí ya me apetecía que no fuera solamente en el escenario donde me acompañase (con Sôber lo ha hecho varias veces), sino que eso quedara plasmado en el estudio de alguna manera. Y, en ese tema, su voz femenina ha quedado fenomenal.
El disco ha salido, además de en formato digital (la entrevista fue realizada en la sede de Altafonte), en CD y en LP (con sus dos caras). ¿Nostalgia del pasado?
Yo sigo creyendo en el formato antiguo. Las plataformas es cierto que nos ayudan a divulgar, pero el formato vinilo siempre está ahí. Esta edición ha quedado muy chula, donde cada vinilo tiene unas tesituras y filigranas diferentes. Además luego todo el diseño, con las letras grandes. Sí, sí, estoy muy contento con el producto final.
¿Y esto lo vas a seguir presentando en acústico todo? ¿Vas a hacer algo más eléctrico?
En principio todo continuará en acústico, pues es un formato que me encanta. El coger la canción, desgranarla y quedarte con lo más auténtico y darle la profundidad que le dan mis dos compañeros pues es un reto. En Madrid es cierto que haremos algo diferente y currado. Le pondremos algo eléctrico a esos temas que más lo requieran, por la energía que desprenden.
Tras 30 años en este mundillo musical ¿Es más fácil hacer amigos o enemigos?
Yo me suelo rodear de gente muy guay. No sé si es selección natural o instintiva, pero yo tengo grandes amigos en la música, con los que comparto muchas aficiones, gustos y puntos de vista. En la música también se suelta lastre, cuando arrastras pequeñas mochilas que te dificultan y tienes que ir dejándolas para aligerar peso. Ya te he comentado que estoy en un momento muy liberado. Ya no tengo necesidad de tener que quedar guay. Ahora hago cosas si me apetece y si no, pues no las hago.
El disco acaba con la versión de Sabina, alargando la palabra “sueño” ¿Con qué sueña el del medio de Longinos y Consuelo?
Tengo que decirte, porque me conoces desde haces tantos y tantos años, que he tenido la suerte de poder cumplir un sueño. Como dice Kutxi, somos tan afortunados que nos pagan por pasárnoslo bien y nos aplauden en nuestro trabajo. Así que somos unos privilegiados. Y de poder seguir así tantos y tantos años. Así que, a partir de ahora, habrá que dar las gracias por lo que nos siga llegando, ya sin ese punto de ansiedad por conseguir algo. Hay que disfrutar del camino y yo lo estoy haciendo. Este disco reivindica eso, ese momento de paz, de reflexión. Somos unos afortunados que, como dice un amigo mío, tenemos la suerte de, en ese momento de bajón, poder ir a la nevera y ver que tenemos cosas para comer, que podemos ir al grifo y ver que sale agua. Muchas veces no sabemos apreciar lo que tenemos.
La Factoría del Ritmo quiere agradecer a Carlos Escobedo y a Oscar de El Dromedario Records las facilidades dadas para poder realizar esta entrevista.
Videoclip de la canción “Inmerso”.
Más información:
Web oficial: https://carlosescobedosober.com
Facebook: https://www.facebook.com/carlosescobedosober
Instragram: https://www.instagram.com/carlosescobedo_sober
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).
Sobre los autores del artículo:
