Una selección de artistas para diferentes gustos, con nombre consolidados y otros que están despuntando.
Alrededor de 50.000 personas disfrutaron cada día de este gran festival en el que brillaron, entre otros, Muse, Benson Boone y Olivia Rodrigo.
Día 1: Mother Mother, Gracie Abrams, Iggy Pop, Muse
El Mad Cool 2025 arrancó con todo lo que se espera de un gran festival… y también con todo lo que uno desearía que no pasara. El primer día fue un vaivén entre la ilusión de ver a grandes artistas como Muse, Iggy Pop, Gracie Abrams o Mother Mother y los problemas técnicos que marcaron buena parte de la jornada. Retrasos, bajísimo volumen en algunos escenarios y un apagón de media hora deslucieron varios conciertos. Aun así, hubo momentos de comunión total y energía auténtica que hicieron que mereciera la pena quedarse hasta el final.
Los primeros en subirse al escenario fueron los canadienses Mother Mother, que empezaron su set saludando al público con una declaración de amor a España: “Nos encanta este país, es tan colorido”, dijo Ryan Guldemond con una sonrisa. El grupo ofreció un concierto enérgico y luminoso, repasando temas como Hayloft, Verbatim, Wrecking Ball o The Matrix, con ese sonido entre alternativo y pop tan suyo.
El momento más inesperado llegó con su versión de Hot to Go! de Chappell Roan. En cuanto sonaron los primeros acordes, la gente se animó a hacer la coreografía viral del estribillo. Decenas, si no cientos, de personas bailaron al unísono como si lo hubieran ensayado. Una escena curiosa y entrañable que reflejó la conexión instantánea entre banda y público.
La actuación de Gracie Abrams fue probablemente la más accidentada del día, pero también una de las más emocionantes. Después de comenzar con canciones como Where do we go now? y I know it won’t work, un fallo eléctrico dejó el escenario completamente sin sonido. Micro, instrumentos, todo fuera de juego.
Gracie, lejos de marcharse, cogió su guitarra, se plantó en medio del escenario y siguió cantando como si nada, arropada por el murmullo de miles de voces que coreaban con ella cada verso. En medio del caos técnico, se creó un momento íntimo y mágico. Media hora después volvió el sonido, pero para entonces la artista ya había conquistado a todos. A veces, menos es más.
Con bastante retraso por problemas técnicos, el legendario Iggy Pop hizo su aparición con su look de siempre: pantalón negro, torso desnudo y esa actitud salvaje que lo ha acompañado toda la vida.
A sus 78 años, se nota que el cuerpo ya no le sigue el ritmo de antes, pero la actitud sigue intacta. Clásicos como Lust for Life, The Passenger o I Wanna Be Your Dog sonaron con fuerza, aunque el volumen seguía sin estar a la altura de un escenario principal. Al final, tuvo que ser bajado a hombros por su equipo para reunirse con el público, pero nadie dudó de que el espíritu punk sigue intacto. Fue una descarga de nostalgia, crudeza y respeto.
El cierre de la noche corrió a cargo de Muse, que reunió a la inmensa mayoría del público en el recinto. La banda británica ofreció un show impecable, cargado de efectos visuales, distorsión controlada y canciones convertidas ya en clásicos. Desde Uprising y Time is Running Out hasta Hysteria o Supermassive Black Hole, cada tema hizo vibrar a los presentes.
En el tramo final, Matt Bellamy apareció con un chaleco de luces LED que lo hacía parecer una figura salida de una distopía futurista. Y con Starlight, última canción de la noche, llegó el gran momento de cierre: un espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el cielo de Madrid como si fuera el final de una película. Épico.
La organización arrastró problemas serios de sonido, gestión de tiempos y cortes técnicos que afectaron a varios artistas, pero también hubo momentos que quedarán en la memoria del público. Desde el gesto valiente de Gracie Abrams hasta la entrega total de Muse en el cierre, el festival demostró que, incluso con fallos, la música en directo sigue teniendo poder.
Día 2: Benson Boone
El segundo día del Mad Cool 2025 estuvo lleno de momentos especiales, pero hubo uno que dejó una huella clara en el público que llenaba el escenario principal al caer la tarde: el concierto de Benson Boone. El joven artista, que en los últimos años ha experimentado un crecimiento meteórico, ofreció en Madrid una actuación sincera, potente y llena de matices que confirmó por qué cada vez más gente habla de él.
Desde que pisó el escenario, Boone demostró que había venido a darlo todo. Saltó, corrió, se dejó caer al suelo y, en uno de los momentos más sorprendentes, hizo una voltereta completa mientras seguía cantando. No fue una simple acrobacia para lucirse, sino una muestra del nivel de entrega física y emocional que pone en cada canción. Se notaba que no estaba allí solo para cantar, sino para vivir el concierto con el público.
Las primeras canciones fueron recibidas con entusiasmo. Ghost Town, Slow It Down y Sugar Sweet sonaron con fuerza y fueron coreadas por una multitud entregada que no tardó en conectar con él. A pesar del ritmo vibrante del inicio, el concierto fue poco a poco tomando un tono más íntimo. Uno de los momentos más emotivos fue cuando Boone se giró hacia un lado del escenario y habló directamente a sus padres, que estaban allí presentes. Les dedicó varias canciones, entre ellas una versión especialmente delicada de Slow It Down. “Esta es para vosotros”, dijo con una sonrisa tímida antes de empezar a cantar.
El ambiente cambió de nuevo con Mystical Magical, uno de los temas más conocidos de su repertorio. Desde el primer acorde, el público se vino arriba. La energía creció de golpe: la gente saltaba, cantaba, bailaba. Boone no paraba de moverse por todo el escenario, animando, señalando a los asistentes, levantando los brazos. En algunos momentos, su conexión con el público y su seguridad al manejar cada rincón del escenario recordaban inevitablemente a grandes referentes como Freddie Mercury.
Uno de los momentos más especiales llegó con In the Stars, probablemente su balada más reconocible. Antes de empezar, Boone pidió algo poco habitual en estos tiempos: que guardaran los móviles. “Quiero que este momento quede solo en vuestra memoria”, dijo. Y lo consiguió. Durante unos minutos, sin pantallas ni flashes, se creó una atmósfera única. Su voz, acompañada solo por el piano, llenó el aire ante un público completamente en silencio, con la mirada fija en él.
Para cerrar, eligió Beautiful Things, una canción que sirvió como punto final perfecto. La energía volvió a subir, y el público despidió a Boone cantando, aplaudiendo y con muchas sonrisas. Él se fue emocionado, agradecido, con la mano en el corazón. Un cierre cálido para un concierto que, sin necesidad de grandes artificios, conectó con miles de personas.
Dia 3: The Teskey Brothers, 30 Seconds to Mars, Olivia Rodrigo
The Teskey Brothers fueron los encargados de abrir la jornada del tercer día del Mad Cool 2025 en uno de los escenarios principales. Su concierto, marcado por el soul clásico y el blues, ofreció una propuesta distinta dentro del cartel: más centrada en el sonido que en el espectáculo.
Arrancaron con I Love the Woman, versión de Freddie King, dejando claro desde el principio que el suyo sería un set sin artificios. Continuaron con temas como Pain and Misery y Man of the Universe, manteniendo una interpretación sólida y muy cuidada, con especial protagonismo para la voz de Josh Teskey, profunda y áspera, que llevó el peso emocional del concierto.
Sin grandes pausas ni discursos, fueron encadenando canciones como Oceans of Emotions y Crying Shame, dos de las más celebradas por el público. La banda mantuvo siempre un tono coherente y medido, apostando por un ritmo constante y sin altibajos, algo que se agradece en el contexto de un festival tan variado.
En la segunda mitad del concierto, temas como So Caught Up, Rain o Paint My Heart mostraron su versatilidad dentro de un estilo muy marcado, combinando momentos más introspectivos con otros algo más rítmicos. La respuesta del público fue buena, aunque más contenida que con otros artistas del festival, lo cual encaja con la propuesta musical de la banda.
Cerraron con Hold Me, sin grandes despedidas ni gestos exagerados. Fue un final coherente con todo el concierto: sobrio, bien ejecutado y centrado en la música.
Más entrada la noche, fue el turno de 30 Seconds to Mars, que ofrecieron un concierto marcado por la energía escénica y un claro enfoque en lo visual. A pesar de un ligero retraso, según explicó la propia banda, debido a cancelaciones de vuelos y trenes, el grupo liderado por Jared Leto salió decidido a convertir su actuación en uno de los momentos más llamativos del día.
Abrieron con Monolith y encadenaron sin pausa temas como Kings and Queens, Up in the Air y Walk on Water, en los que ya empezaron a aparecer los primeros elementos visuales: llamaradas, efectos de luces y una puesta en escena diseñada para impactar. Jared Leto no tardó en acercarse al público, bajando del escenario y recorriendo el frontal mientras interactuaba con los fans de las primeras filas.
Más allá del despliegue visual, el concierto funcionó como repaso de sus canciones más conocidas, con un setlist que combinó temas recientes (Stuck) con otros más antiguos como Attack, This Is War o Rescue Me. La banda mantuvo una dinámica alta durante todo el show, con pocos momentos de pausa.
El cierre con The Kill (Bury Me) y Closer to the Edge fue el más celebrado por el público, que respondió con fuerza tanto en el canto como en la energía. Sin ser un concierto especialmente extenso, cumplió con lo que la banda prometía: un espectáculo directo, visualmente potente y centrado en los grandes éxitos.
La última actuación del Mad Cool 2025 corrió a cargo de Olivia Rodrigo, una de las artistas más esperadas del festival y que supo estar a la altura del reto de poner el broche final a tres días de música en directo. Su concierto fue más que un repaso de sus éxitos: fue un show completo, bien diseñado y con una conexión constante con el público.
Desde su entrada al escenario, quedó claro que Olivia no venía a cumplir con el trámite. Abrió con la intro en vídeo GUTS: Spilled! y arrancó directamente con obsessed, en una versión extendida que incluyó un solo de guitarra. El sonido fue contundente desde el primer minuto, con una banda enérgica y una puesta en escena sencilla pero efectiva. Hubo cambios de vestuario, proyecciones y un buen uso del espacio del escenario, incluida la pasarela que utilizó en varios momentos para acercarse al público.
Durante el concierto, Olivia comentó varias veces lo sorprendida que estaba por la energía del público madrileño, al que calificó como “very loud” en tono de admiración y agradecimiento. Esa sensación de entusiasmo fue constante: la gente cantó prácticamente todas las canciones de principio a fin, tanto en los temas más movidos como en las baladas.
Uno de los momentos más destacados fue cuando se sentó al piano para interpretar drivers license y traitor. Sin efectos ni artificios, solo su voz y el instrumento. Fueron quizás los momentos más íntimos del concierto, muy celebrados por el público, que acompañó respetuosamente. También recuperó All I Want, un tema de su etapa en High School Musical, que no había sonado aún en la temporada de festivales de 2025 y fue recibido con sorpresa y emoción.
En el otro extremo del repertorio, temas como bad idea right?, so american y jealousy, jealousy sirvieron para subir el ritmo y dar espacio a los músicos y al propio público. En jealousy, jealousy, por ejemplo, presentó a la banda uno por uno, entre solos instrumentales y paseos por el borde del escenario.
Uno de los momentos más participativos llegó con all-american bitch, justo después de una potente interpretación de brutal. En la parte final de la canción, Olivia animó al público a gritar con todas sus fuerzas, y el resultado fue una especie de liberación colectiva que se sintió tanto en el escenario como entre los asistentes. Fue un ejemplo de cómo supo manejar los altibajos emocionales del concierto, alternando energía con vulnerabilidad, sin forzar ninguna de las dos cosas.
Hacia el final del show, se apoyó en recursos más teatrales, como el uso del megáfono en get him back!, que interpretó subida a una plataforma elevada. Fue una escena más visual, pero bien integrada en la narrativa del concierto. good 4 u, como era de esperar, fue uno de los puntos más altos de la noche. La cantó todo el recinto, sin excepción, y dejó una sensación de cierre potente, festivo, sin caer en lo exagerado.
A nivel técnico, el sonido acompañó bien toda la actuación, y la iluminación estuvo al servicio del show sin robarle protagonismo. El ritmo del set fue equilibrado, con una secuencia que permitió mostrar distintas facetas de la artista: desde el pop melódico y confesional hasta su vertiente más punk-pop y guitarrera.
En conjunto, fue un concierto muy bien llevado, que demostró que Olivia Rodrigo no solo tiene una discografía potente, sino también capacidad escénica y solvencia para sostener un directo en un festival de este nivel. Fue, sin duda, un cierre a la altura de un Mad Cool que este año apostó por una mezcla diversa de propuestas, y que encontró en Rodrigo una despedida que dejó buen sabor de boca.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 26 (sección: ).