Amiri Bakara: La noche del holandés (noche del estreno, 28/06/20

Amiri Bakara: La noche del holandés (noche del estreno, 28/06/20
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Amiri BakaraUnos cuantos meses sin ir al teatro. Noche calurosa, sin paliativos ni antecedentes en junio. Por la calle más cohetes y semiverbenas. En este caso la de S. Pedro.

Sala alternativa, independiente, de pequeño formato, muy conocida y cerca de casa.Dos invitaciones y un par de chupachups de regalo, más información variada.

Nos toca la fila 7, arriba de todo, a la derecha. Las otras seis llenas, ésta con tres ó cuatro personas y las técnicas de sonido y luces, tres chicas jóvenes, a la derecha también.

Guiños y giros. Retratos diversos, y camino en el argumento, con tres momentos muy determinantes y determinados, de circunvalaciones, contexto, curvas y más que unos cuantos momentos de humor cierto cinismo y socarronería. Un cinismo alrededor de una historia movida desde raíces de vanguardia, surrealismo y abstracción, homenaje a Lorca en varios instantes con un recitado de unos versos de “Poeta en Nueva York” sobre los negros, sus cuerpos, fugacidad…, con un monólogo de un actor que nos cuenta quién es un errante, a modo de cierto holandés de leyenda europea, pero en un tren, que me remitió a aquel extraño, y extrañado, viajero que propone cierto crimen y por ahí también habrá delitos.

Al entrar en la sala hemos pasado justo por el lado del escenario. Una tarima cuadrada, dos bancos de madera a ambos lados que hacen de asientos de vagón, otros dos suspendidos en el aire como depósito de equipajes y una alformbra roja, un tanto deteriorada, en el centro. A la derecha el monologuista que tocará en directo el acordeón con una música entre alegre y melancólica.

Interpretación, música y baile. Todo muy dinámico. Gritos y razas. Un joven de raza negra y una mujer de raza blanca, son los otros dos actores. Miradas entre ventanillas, saludos e introspección. Ella blanca, toda una cultura de desparpajo, pensamiento y paranoia, y él de raza negra, de Guinea parece decirse. Insisto en el tema de las razas porque es la sustancia.

Encuentro, coqueteos, sus familias, padres y madres, inseguridades y espectros varios, o todos. Deformación, el público también es manía y ¿podría ser asesinado?.

Idea del buen negro, y de cómo quieren ser y son sin necesidad de tanta caridad mal entendida. Una fiesta, gritos, calle, escaparates, putas y policía. Soledades y razas, mientras sigue el viaje en tren, el hombre y la mujer podrían desenmascararse y la muerte es la caricia en la insensatez. Mucha poesía y literatura en el trayecto de tantas vías muertas. Ella es Lula Llena, él es Clay. Se dan cosas por sobrentendidas, ahí hay algún desliz.

Erotismo, sexo, mentiras, dejar de ser el buen negro, reivindicación. Agresividad copulando con la ética. Sin duda alguna una buena pieza teatral que se hace corta y nos deja en pie de interrogantes sobre esta estreñida realidad y en pie de sueños.

Al salir otra vez el calor y escribir más y más.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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