Durante trece años, el festival Magosta se ha mantenido fiel al folk y al folklore, proponiendo un cartel cada vez más interesante, por el que han pasado grandes figuras del género.
En los últimos años la calidad del cartel no se correspondió con la respuesta del público, que acudía cada vez en menos cantidad.
Hace un par de años hubo un primer intento de apertura estilística, combinando un núcleo importante folk con la inclusión de algunos grupos que pudieran atraer otros públicos (como Diego el Cigala o Empty Head). Esto molestó a algunos “puristas” y al año siguiente se volvió a un fórmula más fiel al espíritu inicial… Por desgracia, y a pesar de la calidad de las actuaciones (de las que fuimos testigos), la asistencia de público fue bajísima.
Llegado este punto la organización del festival estudió que hacer para el futuro… Abandonar parecía la opción más obvia. Aunque finalmente se optó por una solución de choque… Reconvertir el festival y, aunque conservando el nombre, dirigirlo hacia un nuevo tipo de música y un nuevo tipo de público, en el que tendría cabida, de forma puntual, el folklore.
Así se anunció en la pasada primavera el cartel para este años, en el que se combinaban bandas mestizas, con flamenco rock de última generación e incluso metal.
El cartel de este año fue:
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Viernes 1 de Julio – Frontline – Komando Kokilla – La Kinky Beat – El Bicho |
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Sábado 2 de Julio – Cheb Balowski – Luétiga – Super Ape – Banda Bassotti |
Desde La Factoría del Ritmo nos acercamos un equipo el sábado 2 de julio y asistimos a un par de conciertos, oportunidad que nos sirvió además para ver como funcionaba la nueva etapa del festival…
Pudimos ver en directo a Luétiga, correctos y con momentos marchosos, y Cheb Balowski, con un espectáculo que supera en atractivo a sus discos, donde hay que señalar lo bien que resultan las danzas de la bella cantante sobre el escenario para fijar la atención del público.
En cuanto a la asistencia… sin duda mucho mayor que otros años, con buen ambiente de fiesta y una zona de acampada bastante llena.
El festival, además de las actuaciones de los escenarios principales, ofrecía la ya citada zona de acampada, una zona de mercadillo, un parking bien organizado y otras actuaciones gratuitas de agrupaciones del folklore, además de alguna exposición, talleres y hasta una fiesta de la manzana y la sidra.
Con lo que nosotros pudimos ver, confiamos que la supervivencia del evento esté asegurada para próximos años y ojalá se pueda alcanzar un momento en el que la parte folk gane terreno, ganando público para ello, y se recobre parte del espíritu con el que nació el festival.
