Este año el plato fuerte, era la presencia de NIN, que darían uno de los últimos conciertos antes del "descanso", que la banda ha anunciado, y que sin duda, vivimos uno de los mejores shows de este emblemático festival portugués.
Nunca es tarde si la dicha es buena. Tras un largo verano de conciertos es hora de hacer balance y quedarse con lo mejor; en mi caso lo tengo claro: Nine Inch Nails fue el mayor espectáculo que he visto en mucho tiempo. Este año, el festival portugués Paredes De Coura siguió con la pauta marcada en las últimas ediciones de ofrecernos un cartel muy indie y poco destacable para el público rockero y metalero que suele visitar nuestra página. El festival crece cada año en popularidad y prestigio, ya no solo por una organización encomiable y un recinto acorde a las circunstancias, sino por caracterizarse en traer siempre alguna sorpresa para su cartel.
Este año el plato fuerte era la presencia de NIN que darían uno de los últimos conciertos antes del “descanso”, definitivo o no, que la banda ha anunciado. Descartando este show, los rockeros notamos que este festival se nos escurre de las manos. El Rock y el Metal lo puso en boca de muchos portugueses y españoles, y el Indie y las tendencias Pop lo han elevado a la fama… siempre nos quedará el orgullo de que fuimos la plataforma para que el festival sea hoy lo que es, aunque ya no nos haga mucho caso.
El primer día la actuación “fuerte”, fue la del inglés Patrick Wolf del cual se vertían opiniones dispares según a quien se le preguntara. Los más rockeros eran de la opinión que no nos habíamos perdido nada aparte de una buena colección de disfraces y un extenso repertorio de guiños femeninos. Los más indie-pop me aseguraban que el show había estado a la altura de las circunstancias y que el sonido había sido espectacular.
En la segunda jornada teníamos a Supergrass y Franz Ferdinand como platos fuertes. Confiaba más en los primeros, sin embargo me llevé una buena sorpresa ante el buen directo de los segundos. Antes teníamos a unos The Horrors, que nos los habían vendido como “una excelente banda de post punk garagero con un toque noise”. Un espectáculo crudo, donde el noise y la electrónica se daban de la mano para provocar el delirio de unos pocos y dolor de cabeza para la mayoría. El espectáculo visual (muy siniestro) es el gran atractivo de la banda, mientras que lo musical quedaba en un más que segundo plano.
A Supergrass, de los que me habían echo muy buena publicidad, los vi muy parados en el escenario, aunque dieron un show digno y repleto de buenas canciones como “Rebel In You”, “She’s So Loose”, “Pumpin’ on Your Stereo” o “St. Petersburg”, acaso algunos de sus mejores clásicos. Tras una jornada de conciertos un tanto “sosos”, los ingleses pusieron el coso de Paredes de Coura más que animado y se empezó a observar un ambiente festivo tras unas actuaciones un tanto difusas y en algunos casos, casi extrañas.
El fin de jornada llegaba con los populares Franz Ferdinad, que últimamente están en todos los tinglados. Gran apuesta la de la organización para traer una banda que no se cotiza barato que digamos. El mini valle que forma este auditorio al aire libre se llenó casi hasta la bandera para presenciar la última actuación del día y desde el principio la gente no paró de animar el cotarro gritando y saltando en cada uno de los temas, especialmente con temas como “Lucky” “Do You Want To”, “Walk Away” y, sobre todo, con el éxito “Take Me Out”. Excelente show de estos chicos.
Al fin llegaba el día que más merecería la pena para servidor. Muchas camisetas negras con el logo de NIN se podían ver desde tempranas horas de la tarde. La gente exprimió al máximo el relax que ofrece la zona verde al lado del río, tomándose las primeras cervezas del día al son de música Jazz y haciendo amigo@s. Lamentablemente este año estaba prohibido el baño en el río debido a un brote de una bacteria por lo que el refresco vendría dado a cargo de Sagres bien fría.
Con la tremenda sentada que había en los exteriores del recinto de conciertos, no fue extraño que las primeras actuaciones del día pasasen un tanto desapercibidas y solo los incondicionales estaban al pie del cañón. La cosa se empezó a animar con el dueto Red Blood Shoes, ciertamente interesante aunque pecaron de algo sosos, amén de que el escenario se les hacía muy grande para el concepto y el tamaño de la banda.
Tras los eclécticos Red Blood Shoes, tocaba el turno para Portugal The Man, que se vieron muy arropados. Una vez más Paredes de Coura es una mina de sorpresas y siempre acabo llevándome para casa el recuerdo de una banda interesante a la cual hincar el diente con más detenimiento. En esta jornada me picó el gusanillo con estos americanos, que hacen un Rock&Roll muy pero que muy clásico, con bastantes dosis de eclecticismo y ahondando en las raíces más primitivas del estilo bajo un empaque moderno. Ya era hora, además, de escuchar buenos solos de guitarra, que fueron de una ausencia total en las jornadas predecesoras y un poco de blues rock electrizante no vino nada mal para levantar los ánimos un tanto decaídos por un cartel tan “popero”.
Con el excelente sabor de boca que nos dejaron Portugal The Man, encaramos el show de Peaches y walá!!, menuda fiesta que vivimos con esta gente. Comandados por una arpía como es Merrill Beth Nisker, Peaches no dejaron títere con cabeza en un show colorido, histriónico por momentos, y muy pero que muy enérgico. En su música mezclan con bastante buen gusto el rock/punk y algo de heavy clásico con una fuerte orientación hacia el dance ochenteno y la música electrónica, aunque no dudan en ahondar en otros estilos si ello va acompañado de buen espectáculo. Y de esto último fuimos todos testigos de desde el principio, cuando Merrill salió vestida como una especie de pollo psicodélico bajo el retumbante sonido que salía del siempre impresionante equipo de sonido del escenario grande. Fue este uno de los numerosos disfraces que lució la vocalista pero no el único show. Histriónico y delirante fue cuando la vocalista saltó al foso en el segundo tema, se subió a las barandillas que separan este de la gran masa de gente que se agolpaba en las primeras filas, hincó uno de sus tacones en las cabezas de los paisanos que andaban por allí cerca, y cantó de esta manera el tema ante el delirio colectivo.
La temática de gran carga sexual, cobró su máximo protagonismo cuando Merrill se tiro al público y se dejó meter mano por todo Dios. Ya con los dos primeros temas se habían metido en el bolsillo a todo el personal que vibraba con una actuación sorpresiva. Siguió el show particular de Merrill, con gestos continuos que incitaban a la depredación y teniendo como punto culminante la escalada por una de las estructuras de focos, cual Bruce Dickinson, para acabar cantando el tema desde las alturas…realmente impresionante. Estos fueron unos pocos de los numerosos “momentos” que vivimos con Peaches y de los cuales destacaría también a su compañera Saskia Hahn, de estética tan heavy-metalera como provocativa y que incluso se hizo un solo cañero a al vieja usanza, me recordó a la versión femenina y joven de Blackie Lawless.
Todavía trastocados por un show tan envenenado, llegaba el turno para el plato fuerte del festival y por el que muchos habían venido exclusivamente. No era para menos cuando se trataba de una oportunidad única (quizás la última) para verlos en directo antes de su período de “descanso”. Estábamos así ante una de las últimas fechas del “Wave Goodbye Tour” y los ánimos estaban bien calentitos. En los exteriores, algunos carteles nos informaban que la banda usaría luces estroboscópicas, y solo ver el montaje del escenario la verdad es que metía miedo. Solo hubo que esperar al primer tema para comprobar el poderío de sonido y de luz que NIN nos ofrecieron.
Servidor puede asegurar que nunca había recibido tal sopapo en la cara con tan poco reparo. Un sonido perfectamente ecualizado y nítido durante toda la actuación en lo que parecía una macrodiscoteca al aire libre. El premiado Trent Reznor lidera Nine Inch Nails desde hace más de veinte años, dentro de un estilo que se hace llamar rock industrial. Pero dentro de este género, y de la música en general, entendida como arte y como industria, NIN han sido toda una revolución, a la hora de distribuir y componer, sabiendo combinar instrumentos clásicos con instrumentos electrónicos, y melodías bipolares, por lo cambiante de su intensidad, con letras en general críticas y antisistema.
El concierto de NIN arrolló en todas las facetas. En Paredes de Coura vimos a un Reznor, que a pesar de su madurez y de los músculos que ha ido adquiriendo en los últimos años, sigue dándolo todo sobre el escenario. En cuanto a su compañía, me quedo con un nombre: Ilan Rubin, que sustituye a Josh Freese a la batería. Su capacidad es indiscutible. Me pareció sencillamente bestial lo que hizo este chico. Además también es multiinstrumentista (como todos en NIN), y sustituyó a Trent al teclado en la mítica “March Of The Pigs”, del álbum “The Downward Spiral”. Como no podía ser de otra forma, algunos de sus grandes éxitos formaron parte del setlist de su concierto, para suerte de iniciados e incondicionales. “I’m Afraid of Americans”, “The Becoming”, “Wish”, “Survivalism” o “Hurt”, fueron algunas de las canciones que sonaron esa noche, entre otros temas menos esperados pero igual de agradecidos, como “Gone Still”, por ejemplo.
Sin duda vivimos uno de los mejores shows en la ya larga historia de este emblemático festival portugués, que solamente con esta actuación se ha ganado a muchísimas personas, que no dudarán en darle una nueva oportunidad en venideras ocasiones. La pena, una vez más, es que a los más metaleros se nos haya escapado este festival de las manos, aunque en la variedad está el gusto y de vez en cuando está bien meterse en fregados como este, aunque solo sea por reafirmar nuestro coraje metalero…o ver a NIN.
Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo Número 24 (sección: Reportajes).
