Manuel López Poy: Pink Floyd fue algo más que una banda de rock

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Observaciones: Fotos por cortesía de Ma Non Troppo y Manuel López Poy

Un nuevo libro repasa la trayectoria de la legendaria banda Pink Floyd, en una propuesta que se aleja del apasionamiento y que ofrece una buena visión general de la banda, útil para sus seguidores ya iniciados y también para quienes quieran descubrirla.

Pink Floyd es una banda icónica en la historia de la música rock. Nacieron en el año 1964 en plena efervescencia creativa juvenil en el Reino Unido, en una década gloriosa en la que surgieron bandas y artistas merecidamente recordados. Su trayectoria se extendió hasta el año 1995 y en todo ese tiempo supieron remontar crisis de liderazgo que parecían mortales y crecer continuamente, hasta convertirse en un grupo capaz de arrastrar a un público multitudinario a sus actuaciones, en giras que duraban años y recorrían varios continentes.

También lograron vender millones de discos en los momentos de gloria de la industria discográfica y a día de hoy, en momentos bajos de los formatos físicos, siguen atrayendo a muchos compradores gracias a cuidadas reediciones de su repertorio.

El periodista gallego Manuel López Poy es el autor de un libro publicado hace unos pocos meses, por la editorial Ma Non Troppo, en el que repasa toda la trayectoria del grupo, en un texto de lectura agradable, que da una visión global de la importancia de la banda y sus logros, del valor de su música y de la huella que ha dejado en oyentes de varias generaciones.

Para conocer el trasfondo de esta biografía musical y de paso la actividad periodística del autor, le hemos hecho la siguiente entrevista:

Manuel López Poy¿Desde cuando viene tu pasión por Pink Floyd?

Por curioso que pueda parecer, nunca ha sentido una especial pasión musical por Pink Floyd, aunque sí tuve mi época de enganche con uno de los discos de la banda, el mítico “The Wall” y, por supuesto, la película homónima. Yo tenía por entonces 20 o 21 años y vivía intensamente los años universitarios con un grupo de amigos que convertimos los temas del disco en epicentro de nuestras fiestas durante varios meses. Creo que he escuchado más de diez veces en la misma noche el “Another brick in the wall”. Además de eso, siempre he sentido una enorme curiosidad por la figura de Syd Barrett y su conexión con el blues – mi música de cabecera – que dio origen al nombre de la banda.

¿Cómo surgió la oportunidad de escribir este libro sobre Pink Floyd?

Fue un encargo de la editorial Ma Non Troppo tras la entrega del libro anterior, sobre Bob Dylan. El proyecto me pareció muy atractivo porque me permitía acercarme a un grupo que forma parte de la banda sonora de mi vida y es uno de los eslabones fundamentales en la historia del rock. Y me permitiría contarlo de una forma desapasionada, tratando de entender si prejuzgar. En definitiva, intentando hacer legible y entendible una de los historias más complicadas del rock, que ya tiene de por si una historia bastante compleja. No sé si lo he conseguido, pero lo he intentado denodadamente.

Siendo Pink Floyd un grupo sobre el que hay abundante bibliografía. ¿Qué te propusiste aportar con tu libro?

Pues siguiendo con el hilo de lo anterior, me propuse dar una visión periodística, alejada de las inclinaciones sentimentales que todos solemos tener con una u otra música, con uno u otro artista. El recorrido de Pink Floyd es tan largo como laberíntico. Su historia está plagada de leyendas oscuras, momentos de esplendor lisérgico, triunfos descomunales, peleas legendarias y vidas millonarias. Lo que intenté fue poner un poco de orden en todo ese relato, acercándome lo más posible a los datos y los testimonios y alejándome todo lo posible de especulaciones y leyendas.

En el libro explicas que Pink Floyd fue una creación de Syd Barret. Y muy pocos confiaban en que el grupo tuviera futuro cuando él se salió de la banda… ¿Crees que si los músicos que se quedaron hubieran decidido cambiar el nombre a la banda, aunque no hubieran modificado nada más, habrían llegado tan lejos como llegaron? ¿Conservar la “marca” fue clave?

Tal y como yo lo entiendo, Pink Floyd son desde el principio algo más que una banda de rock. En realidad creo que se trata de una confluencia de personas muy distintas, jóvenes con personalidades e inquietudes muy diferentes, con un solo fin: tener éxito. Syd fue el que bautizó la banda y le dio su primera imagen, frente al resto de sus compañeros, unos chicos menos modernos y glamurosos. Sí, creo que mantener la marca – y su impactante puesta en escena en los directos – fue vital.

¿Qué crees que se perdió la historia de la música rock con la salida de Syd Barret?

Esa sería la respuesta del millón y me temo que no la sabe nadie. Barret fue la chispa, la deslumbrante estrella fugaz que marcó el camino inicial de algo que se convirtió en leyenda al margen de él, pero sobre lo que siempre gravitó su figura de genio loco. Si nos atenemos a sus fracasos de intento de retorno tras su salida del grupo, parece que poco podía aportar, pero si queremos jugar a lo que hubiese sucedido si su cerebro no se hubiese deteriorado y hubiese seguido al frente de la banda, pues vete tu a saber… a lo mejor no estábamos hablando de Pink Floyd.

Manuel López PoyRoger Waters, contra todo pronóstico llevó al grupo a cotas de popularidad altísimas. ¿Qué destacarías más en en él: su capacidad como intérprete, su talento compositivo o su pericia para un liderar un equipo de personas diversas entorno al concepto Pink Floyd?

Su pericia, por llamarlo de alguna manera, para liderar el grupo permitió la supervivencia de la banda y su proyección a un nivel escénico de masa nunca visto hasta entonces, pero sus ásperos y conflictivos métodos de liderazgo también la pusieron al borde de la desaparición. Cada líder del grupo imprimió su impronta personal y lo llevó por derroteros distintos, y creo que eso es parte fundamental de la grandeza de Pink Floyd. Creo que en Waters es fundamental la ambición y grandiosidad que imprimía en los espectáculos en directo, tanto durante su etapa como líder de la banda, como durante su etapa en solitario.

De nuevo, cuando se fue Roger Waters, muchos dieron a Pink Floyd por finiquitado. ¿Cuáles fueron las claves para que David Gilmour fuera capaz de liderar el grupo con éxito?

A la luz de los hechos y los resultados, cuando Gilmour se puso al frente el proyecto Pink Floyd era ya una locomotora a toda marcha y a sus miembros no les interesaba desaparecer, aunque ya tenían una posición artística y económica desahogada. Gilmour se echó a la espalda la totalidad del proyecto, compuso el disco “A Momentary Lapse of Reason” y sacó adelante una gira de tres años que colocó a Pink Floyd en el principio de su era de mayor proyección internacional, camino de la absoluta leyenda.

Pink Floyd ha sido un grupo respetado y admirado durante décadas. Ahora que ya no existe… ¿Crees que su música seguirá atrayendo a las nuevas generaciones?

La música de Pink Floyd seguirá ganando nuevos adeptos, igual que la de los grandes monstruos del rock, como Beatles, Rolling Stones, Deep Purple y Doors, porque forman indisoluble de la cultura pop y su imaginario va más allá de sus canciones. El cerdo volador de “Animals”, los martillos de “The Wall” o la vaca de “Atom Heart Mother”, forman parte indisoluble de la iconografía juvenil de diversas generaciones. Su atractivo entre las nuevas generaciones en general será cada vez más reducido, igual que ocurre con el propio rock & roll, pero entre quienes sigan apreciando la cultura rock, Pink Floyd seguirán siendo una referencia indiscutible, más allá de géneros y subgéneros.

En base a tu criterio personal… ¿Cuáles son los discos esenciales de la banda?

Efectivamente, aquí el criterio personal es casi el único válido. Es tan extensa y tan poliédrica la obra musical de la banda, que solo cabe apostar por los que a uno le han llegado más por una u otra razón, en mi caso “A Saucerful Secrets”, un derroche de psicodelia en el único disco que incluye a los cinco miembros de la banda, “The Dark Side of the Moon”, el disco que les elevó al Olimpo de las mejores bandas de rock, “The Wall”, un joya de la historia del rock y un icono cultural, “The Final Cut”, su disco más polémico e ideológico y “A Momentary Lapse of Reason”, el disco que les llevó a la dimensión de leyenda mundial.

Has escrito varios libros, escribes en varias revistas musicales… ¿Qué nos puedes contar sobre tu trayectoria como periodista musical?

Mi trayectoria como periodista musical es fruto de la necesidad y la casualidad, a la vez. Soy periodista desde hace más de 35 años y he pasado por casi todas las mieles y las hieles del oficio y por sus más variopintos medios y géneros. En uno de esos habituales momentos de sequía laboral que caracteriza a la profesión de freelance, escribí un libro, “Camino a la libertad. Historia social del blues”, con el que sólo quería llenar el tiempo y dar salida literaria a mi afición por la música afroamericana, pero que me acabó abriendo las puertas de la prensa y la literatura musical. Con más de media docena de libros, casi se podría decir que mi afición se ha convertido en una salida laboral y me ha permitido ejercer mi oficio en un medio en el que nunca había pasado de ser público fiel, incansable y entusiasta.

También eres guionista de documentales de temática musical. ¿En qué consiste ese trabajo?

Hasta el momento he guionizado dos trabajos documentales sobre el blues en España: “Barnablues. La historia del blues en Barcelona” y “Hondarribia Crossroad. Punto de encuentro”. Ambos han sido editados por la Asociación Bad Music, de la que formo parte junto a Joan Ventosa y José Luís Martín, que han encargado de la producción y la dirección. En ambos me he encargado de crear la estructura narrativa, de la preparación de las entrevistas a los protagonistas y de la búsqueda de documentación.

Manuel López PoyAdemás eres también guionista de novela gráfica… ¿Nos puedes resumir tu trayectoria en ese ámbito?

Comenzó en 2010 con la publicación de “O fillo da furia (el hijo de la ira)”, la historia de un bandolero gallego dibujada por mi amigo Miguel Férnandez, con el que desde entonces he publicado otras cuatro novelas gráficas: “Os días do cometa”, de género negro en gallego, “A las cinco de la tarde”, una historia de posguerra desde la óptica de un torero desencantado, y la última hace menos de un mes, “La aldea maldita”, la primera entrega de una serie titulada “La espada de San Eufrasio”, un proyecto original de mi amigo Pepe Rey.

¿Tienes proyectado algún próximo libro?

Varios. En este difícil negociado de escribir hay que diversificar las apuestas. Además de varios guiones de cómic, preparo una guía básica del blues y un libro de relatos de corte policial ambientados en los años revolucionarios de finales del siglo XIX y principios del XX, que irán acompañados de una banda sonora compuesta por otro amigo, el músico de blues Blas Picón…. y de guinda una novela de vaqueros.

Y nada más, salvo desearte mucha suerte con el libro y dejarte espacio por si deseas añadir algo más para nuestros lectores…

Las gracias os las doy yo a vosotros por permitirme dar a conocer mi trabajo y a los lectores les deseo mucha suerte, que la vida les trate bien… y que no dejen de leer. Son la base del asunto. Un abrazo.

Enlaces de interés:

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

F-MHop
Jefe de redacción de La Factoría del Ritmo desde su fundación en 1995. Ha colaborado en diversas publicaciones musicales, entre las que se encuentran Rockdelux, Hip Hop Life, Hip Hop Nation, Serie B, Metali-k.o., Zona de Obras, Pulse! Latino o Astur Music. También ha hecho radio, colaborando con Onda Cero, Arco FM y Onda Verde Gijón. También fue beatmaker en el grupo Soul Dealers, practicantes de un Hip Hop combativo y comprometido.

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