Juan Mari Ruiz: Para todos los públicos

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Observaciones: Imágenes por cortesía de Juan Mari Ruiz y Redbook Ediciones.

Si te gusta la música clásica te encantará el nuevo libro de este autor, “Música para fisgones”; y si piensas que no te gusta, puede ser un primer paso para que cambies de opinión.

Juan Mari Ruiz es un músico irunés, especializado en el oboe y que ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a la docencia, algo que le llena de satisfacción.

Además de tocar con multitud de agrupaciones, algo que considera esencial para mantener actualizada su capacidad didáctica, es el autor de dos libros destinados a estudiantes de instrumentos de viento madera y también escribe artículos en varias publicaciones.

A esto hay que sumar que a finales del pasado año publicó un libro de una orientación muy diferente, “Música para fisgones”, una colección de historias y situaciones vividas por diferentes músicos a lo largo de la historia, con un carácter divulgativo y que consigue entretener al oyente a la vez que le invita a adentrarse en la figura y la obra de Bach, Mozart, Shubert, Verdi o Mahler entre otros muchos.

Cabe destacar la atención que presta a mujeres que también hicieron grandes aportaciones a la historia de la música, pero cuyos nombres han quedado relegados a un segundo plano o directamente olvidados.

Con motivo del lanzamiento de este libro, por parte de la editorial Ma Non Troppo / Redbook, hemos entrevistado a Juan Mari Ruiz, para conocer su trayectoria profesional y lo que ha rodeado la escritura de “Música para fisgones”:

Juan Mari Ruiz : Para todos los públicosEres profesor de oboe y también tocas en un buen número de agrupaciones, aunque ahora has lanzado un libro trufado de anécdotas de grandes músicos, que es lo que motiva esta entrevista… pero empecemos por conocer tu trayectoria. ¿Dónde cursaste tus estudios?

Sí, intento estar activo en distintos ámbitos del mundo de la música porque creo que no chocan entre sí, sino que se complementan y me hacen tener una visión mucho más completa de lo que sucede alrededor. Desde siempre me he dedicado a la enseñanza a la vez que he mantenido una actividad interpretativa regular. El siguiente paso, quizá inevitable, lo di hace unos años dedicando parte de mi tiempo a la divulgación, que me parece especialmente interesante y me ofrece la oportunidad de compartir mis experiencias con un público más amplio.

Empecé a estudiar oboe en la École Nationale de Musique de Bayonne-Côte Basque, como muchos de los músicos de Irun de mi edad. No solo por la cercanía, a pesar de estar al otro lado de la frontera, sino también por la calidad la formación que allí se ofrecía. En esta escuela conocí a Jacky Morel, el profesor que más me ha marcado y por el que seguramente hoy en día me dedico a la enseñanza. Además de ser un gran músico, Morel tenía un talento innato para la pedagogía. Después seguí estudiando en el Conservatoire National de Région de Paris con Jean Claude Jaboulay. Se puede decir que mi formación como instrumentista es plenamente francesa.

En algún momento de tu vida, seguramente siendo muy joven decidiste que tu instrumento sería el oboe… ¿Qué te atrajo de él? ¿Cómo tomaste aquella decisión?

En realidad no se dio ese momento. Mi padre tocaba el oboe como aficionado en la Banda de Música Ciudad de Irun y ese era el instrumento que yo escuchaba en casa todos los días. Cuando tenía siete años él me enseñó los principios básicos y al año siguiente ya empecé en Bayona.

Más curioso es el motivo por el que mi padre empezó precisamente con el oboe, y nada menos que a los treinta y cuatro años de edad, porque el que conozca un poco los instrumentos sabrá lo arduos que son los comienzos con este instrumento. Resulta que mi padre llevaba muchos años como clarinetista en la banda, pero se aburría tocando en el último atril. En ese momento no había oboes en la banda, así que decidió empezar a estudiar el oboe con un instrumento prestado. Todavía recuerdo cuando, siendo yo muy pequeño, le acompañábamos mi madre, mi hermana y yo al conservatorio de San Sebastián.

De aquella decisión de mi padre deriva que yo sea oboísta, pero no solo eso: también lo son mi hija y mi sobrina, mi hijo es fagotista y mis otras sobrinas tocan la viola y el violonchelo. Si sumamos a mi mujer, que es flautista, toda una familia de músicos.

Solo una pequeña parte de las personas que estudian música en el conservatorio deciden dedicarse profesionalmente a ella. ¿En qué momento decidiste que sería tu profesión?

Tengo que reconocer que tuve mucha suerte. En aquella época había bastante trabajo en las orquestas y en los conservatorios y, si tenías un buen nivel, conseguir un puesto era mucho más fácil que ahora. En mi caso, empecé a trabajar en el conservatorio inmediatamente después de terminar mis estudios. Creo que desde siempre pensé que haría de la música mi profesión, como muchos de los hijos de los amigos de mi padre en la banda. Al principio pensaba que sería en una orquesta, pero la docencia ha resultado ser mi camino en la vida, y no lo cambiaría.

Llevas ejerciendo como profesor desde 1988. ¿Qué es para ti lo mejor de dedicarte a la docencia?

Sobre todo la sensación de ir dejando algo detrás de ti. Aunque suene pretencioso, un legado. Después de tantos años dando clase es una maravilla ver cómo personitas que empezaron a estudiar contigo con siete u ocho años de edad y a las que intentaste ayudar y orientar durante otros diez ahora son músicos de orquesta o profesores de conservatorios y escuelas de música. Además, me permite ir investigando acerca del instrumento no solo a través de mi propia experiencia, sino también de la de los demás y así poder hacer frente a los problemas que pueden ir surgiendo, con lo que puedo ayudar a la siguiente generación de estudiantes. Es un proceso de evolución constante.

Juan Mari Ruiz : Para todos los públicosHas tocado con un gran número de orquestas, también con grupos de música de cámara y además has dado recitales… ¿Qué importancia das a actuar en directo junto a otros músicos?

Me parece vital. No concibo un profesor de instrumento que no se mantenga activo como intérprete. Si pasan los años y no nos subimos a un escenario ¿qué podemos enseñar?, ¿lo hacemos de oídas, por lo que nos han contado, o con aquel lejano recuerdo de cuando sí tocábamos? Porque no olvidemos que tocar un instrumento es una actividad escénica. Por muy bien que lo dominemos, todo cambia cuando estamos ante el público. Controlar los nervios, desarrollar la capacidad comunicativa o saber hacer frente a los imprevistos durante la actuación no son cosas que se puedan trabajar únicamente desde un punto de vista teórico, hay que vivirlas en primera persona y de forma continuada. Como digo en alguno de los libros, no es necesario que esas actuaciones sean con una gran orquesta y en el mejor de los auditorios. Cada cual debe buscar sus propias oportunidades de mostrarse en público y tomarse cada actuación con la misma seriedad, aunque sea con una orquesta más humilde, en su escuela de música o incluso compartiendo el escenario con sus alumnos. En cualquiera de estos casos el trabajo estará hecho.

Mención aparte merece la actitud de muchas administraciones en este aspecto. No son pocas las que ponen todo tipo de trabas a los conciertos de sus profesores, sin darse cuenta de lo necesarios que son dentro de su proceso de formación continua y para que puedan mantener su nivel instrumental y la calidad de las enseñanzas que imparten a sus alumnos. Esas administraciones no deberían limitarse a tolerar a regañadientes que sus profesores tocaran, tendrían que animarles a hacerlo y facilitarles los medios. Yo iría aún más lejos: tocar conciertos debería ser obligatorio para todos los profesores de instrumento y formar parte de su jornada laboral, al mismo nivel que impartir clase o preparar el material.

También impartes cursos, das conferencias, masterclass y ofreces formación on-line en la plataforma Play with a Pro. Me gustaría que me hablaras sobre esto último, sobre la plataforma, la formación que ofreces y cómo valoras la impartición de clases en este formato…

Llevo unos seis años impartiendo clase en Play with a Pro, y puedo decir que es una experiencia muy satisfactoria. Tengo alumnos que se conectan cada semana, algunos de forma más espaciada y otros de forma puntual para trabajar una obra o un determinado tema que les interesa, o para preparar pruebas. La flexibilidad es total, aunque siempre es deseable mantener cierta regularidad. Gracias a esta plataforma he conocido a estudiantes de muy distintos puntos del mundo: de varios países de Europa, pero también de México, Argentina, Chile, Estados Unidos, Australia o Singapur, lo que me ha permitido conocer otras realidades muy diferentes relacionadas con el oboe.

En mi opinión, aún quedan bastantes prejuicios sobre la enseñanza on-line de un instrumento y creo que en su mayor parte son debidos a la falta de experiencia, a no haberlo probado. Cuando en marzo de 2020 pasamos de un día para otro a estar confinados y a dar obligatoriamente las clases on-line muchos profesores se sintieron descolocados. Afortunadamente, yo tenía la experiencia previa con esta plataforma y en menos de una semana mis alumnos del conservatorio ya sabían las nociones básicas para conectarse y dar una clase en condiciones con los equipos que cada uno tenía a su disposición. En ese caso utilizábamos otras plataformas diferentes, pero las clases se desarrollaron con normalidad. La clave estriba en dar una clase lo más parecida posible a una presencial, manteniendo su estructura, ritmo y duración. Como es evidente, hay algunos factores de ajuste fino que se pueden distorsionar con la transmisión, pero una vez detectados son fáciles de soslayar. Además, es una oportunidad de desarrollar en el alumno la escucha activa; si ha comprendido lo que le he explicado en cuanto al sonido o el fraseo, él mismo debe saber evaluar si lo ha conseguido, aunque a mí no me llegue hasta el último detalle.

De todas formas, en una plataforma como Play with a Pro, que está optimizada para la enseñanza on-line de los instrumentos, la pérdida de calidad de sonido es realmente mínima.

Escribes en las revistas AFOES y Melómano. ¿Qué tipo de artículos escribes en ellas? ¿Son publicaciones para especialistas o para aficionados a la música?

Podemos decir que son círculos concéntricos. La revista de AFOES es la de la Asociación de Fagotistas y Oboístas de España, y sus artículos versan sobre historia, acústica, técnica, interpretación o enseñanza del oboe y del fagot, así que su público es muy especializado: profesores e intérpretes de estos dos instrumentos. Melómano, como su nombre indica, está dirigida a cualquier profesional o aficionado a la música clásica, y mis artículos en ella hablan sobre todo de aspectos generales de la enseñanza de los instrumentos y acerca del sistema educativo. En el círculo más amplio encontraríamos mi último libro, que está abierto al público en general con temas que van más allá del mundo de la música, aunque este sea su punto de partida.

En tu curriculum figura que eres “artista Rigoutat”. ¿En qué consiste esto?

Rigoutat es la marca de oboes con la que toco desde hace muchos años. Ser artista Rigoutat es una muestra de la confianza que nos merecen esos instrumentos y de la que, recíprocamente, la marca deposita en nosotros. Tiene su gracia compartir su página web con grandes nombres del oboe, alguno de los cuales han sido mis profesores.

Tienes publicados dos libros de técnica instrumental en la editorial Ma Non Troppo. ¿Qué nos puedes contar sobre estos dos libros?

La idea del primero de ellos, “El aprendizaje de los instrumentos de viento madera”, surgió de los artículos sobre técnica del oboe que publico en mi página web juanmariruiz.com, y que hace un par de años también dieron lugar a mi canal de YouTube. Me propuse agruparlos por temas y envié la propuesta a la editorial Redbook, que la aceptó al instante. Es un libro abierto a cualquier profesional o estudiante de un instrumento de viento, no solo el oboe, y en él se recogen muchos consejos sobre estrategias de estudio y técnica de los instrumentos, desde la respiración hasta la digitación, pasando por la articulación o el control del sonido, con medio centenar de ejercicios para practicarlos.

Así como el primer libro estaba más orientado hacia el estudio personal y el trabajo de la técnica, el segundo, “La técnica instrumental aplicada a la pedagogía”, va dirigido a quienes se dedican a la enseñanza o están pensando en hacerlo. En él se habla de cómo analizar la propia forma de tocar, de qué manera dominamos realmente nuestro instrumento, sea cual sea, y cuál es la mejor manera de transmitir ese conocimiento a otros. Se hace desde un punto de vista práctico, buscando siempre la forma más efectiva de hacerlo. Es un libro que se ha utilizado para preparar las oposiciones a conservatorio que se han convocado últimamente y con buen resultado, por lo que me han escrito algunas personas.

El año pasado preparé un “Cuaderno de Estudio” en el que se puede ver un plan de trabajo diario basado en mi primer libro, como una manera de ofrecer a mis alumnos una guía breve y concisa de lo que deben trabajar cada día para provechar bien su tiempo de estudio. Se puede descargar desde mi página web.

Tu nuevo libro es bastante diferente. Tal y como ya hemos comentado, se trata de una colección de anécdotas de grandes músicos… ¿Cómo surgió el escribir un libro cómo este?

La idea fue de Martí Pallàs, de la editorial Redbook. Me propuso un libro que acercara la música clásica al gran público mediante una serie de anécdotas. Al principio tuvimos bastante trabajo hasta dar con la estructura definitiva del libro, porque no me quería limitar a compilar un anecdotario al uso, pero, por otro lado, tampoco podía ser un volumen demasiado denso que ahuyentara a posibles lectores. Quería aprovechar mi experiencia como profesor para utilizar esas anécdotas como hilo conductor que me permitiera explicar algunos aspectos generales sobre los autores, su obra y su estilo. Creo que el resultado final es muy equilibrado: un libro divertido pero que deja un buen poso de cultura general.

Imagino que conoces infinidad de historias y curiosidades que podrían haber entrado en el libro… ¿Qué criterios seguiste para seleccionar los contenidos, estructurarlos y determinar la duración del libro?

Muchas de las historias que se recogen en el libro las tenía oídas de antes pero se hacía necesario comprobarlas. De este proceso de verificación fueron surgiendo nuevas historias colaterales que también tuve que investigar, y así sucesivamente. El resultado fue un gran número de anécdotas que había que ordenar. Me pareció que lo más lógico era hacerlo de forma cronológica, porque de esta manera era más fácil ir explicando la evolución de los estilos musicales, de la cultura en general y también de la sociedad y del modo de vida de las personas. Decidí empezar desde el Barroco, porque, aunque nos queda algo lejano en el tiempo es un estilo que es fácilmente reconocible y con el que comienza el gran desarrollo de la música occidental. Se han quedado fuera unas cuantas buenas historias de la música medieval y renacentista, y también de mucho antes, pero espero que tengan su lugar un poco más adelante.

A partir de esta estructura cronológica hubo que hacer un nuevo trabajo de redacción para que los capítulos tuvieran una extensión parecida y que se mantuviera un ritmo regular a lo largo de todo el relato. No podían ser muy largos para no entorpecer la lectura, pero tampoco demasiado livianos y privar al lector de información interesante. Como complemento, en cada tema tratado hay algunos párrafos muy breves que ofrecen algún dato puntual que ofrece un nuevo punto de vista acerca de lo que se está narrando.

Un punto muy importante que el libro tiene a su favor es que cada capítulo muestra un código QR que da acceso a un vídeo en el que escuchar algunas de las obras de las que se está hablando. Esto enriquece mucho su lectura: se puede leer el texto en unos minutos y a continuación disfrutar de la música.

Juan Mari Ruiz : Para todos los públicosEn cierto momento explicas en el libro que se utiliza la expresión “música clásica”, que de manera purista debería corresponder a un periodo muy concreto de la música europea, para referirse al conjunto de músicas desarrolladas desde la edad media hasta la actualidad, a partir de los conceptos y fundamentos musicales de la cultura europea… También se utiliza en ocasiones la expresión “música culta”. ¿Cuál crees que podría ser un nombre más de adecuado para referirse a ese conjunto de música?

Es una buena pregunta, para la que me temo que no tengo una respuesta convincente. Como dices, el Clasicismo en música no abarca más que unos cincuenta años a finales del siglo XVIII, pero ha acabado dando nombre a todo el género. El otro término, “música culta”, o “música seria”, no me gusta porque sugiere una concepción muy elitista. A fin de cuentas ¿a qué cultura nos estamos refiriendo?, ¿a la académica?, ¿a la de los entendidos?, ¿a la popular?, ¿a la folklórica? Creo que nos distancia demasiado de la realidad. Por ejemplo, cuando escuchamos la banda sonora de muchas películas estamos oyendo una orquesta sinfónica acompañando a la acción. Eso es popular, pero ¿no es cultura?, ¿no es música clásica? Por supuesto que sí.

Esos dos términos pueden acabar dando una visión muy lejana de este tipo de música con respecto a la sociedad actual, que no es cierta. Hay obras compuestas hace cien, doscientos o trescientos años que resultan igual de rompedoras hoy en día que cuando se compusieron, con el añadido de que nos permiten viajar con la imaginación hasta épocas pasadas. No hace falta ser un gran aficionado a la música clásica para emocionarse con una aria de ópera o sentir un escalofrío con el Réquiem de Mozart.

Aunque en libro sobre todo recoges historias vinculadas a la “música clásica”, también hay incursiones en otras corrientes musicales diferentes… A título personal… ¿Qué otras músicas te interesan y escuchas habitualmente?

Mis gustos musicales son de lo más variado. No podría decirte un estilo determinado, porque todos tienen su momento a lo largo del día. Por mi trabajo paso mucho tiempo en el coche, y siempre pienso que la gente se quedaría asombrada si supiera lo que voy escuchando: pueden ser las noticias, pero también reggae, big band de los años treinta, conciertos para oboe, blues, AC/DC, música barroca con instrumentos originales, bandas sonoras, grandes sinfonías, Nino Bravo o Frank Sinatra. Depende de la ocasión y del estado de ánimo. En todo caso, me temo que no estoy a la última en cuanto a gustos musicales.

En el libro llama mucho la atención el espacio que dedicas a las compositoras. Me gustaría saber si es una inquietud personal tuya, el revindicar la aportación de las mujeres al desarrollo de la música, o ya existe actualmente una corriente entre los investigadores que la empiezan a analizar y tratar de manera similar a los grandes músicos varones del pasado…

Al verificar las historias que quería contar fueron surgiendo estos nombres de la forma más natural, y de ellos surgieron nuevas historias que relatar. No hubo ninguna intención de llenar un cupo, pero si quería hacer un retrato realista de la evolución de la música no se podía obviar esta aportación. Como me decía hace poco una compositora actual, la obra tiene valor por sí misma en cualquier época, es o no es música de calidad independientemente de que quien la haya escrito sea un hombre o una mujer. No debe existir un prejuicio en ninguno de los dos sentidos.

En el libro relatas que algunas de las figuras que ahora se consideran absolutamente fundamentales, como Vivaldi o Bach, estuvieron durante largo tiempo olvidados y solo fue avanzado el siglo XIX y en el siglo XX, cuando se les redescubrió y se les reconoció el papel tan importante que tuvieron… ¿Es posible que algunas de las mujeres que citas en el libro, u otras diferentes, en un futuro no muy lejano puedan tener una consideración general a la misma altura que esas grandes figuras hombre que todos conocemos?

Ocurrió sobre todo con los compositores del Barroco. Tengamos en cuenta que lo que ahora llamamos música clásica —sigamos aceptando el término— no era más que la música que se escuchaba entonces, la que estaba de moda en cada época. Cuando esta moda pasaba la música quedaba relegada al olvido. En el XIX se volvieron a interpretar las obras de Bach gracias a Félix Mendelsohnn, y mezcladas con estas se redescubrieron un poco más adelante las de un desconocido llamado Antonio Lucio Vivaldi.

El caso de las mujeres es un poco diferente, porque además del hecho de que su música dejara de ser actual en determinado momento nos encontramos con que, aun en el caso de que compusieran, muchas veces lo hacían bajo un seudónimo o alguna, como Fanny Mendelssohnn precisamente, lo hacía poniendo el nombre de su hermano Félix. Esto entorpece mucho la labor de rescatar y atribuir correctamente la autoría de algunas obras.

Aunque no ocurrió así en todos los casos. Por ejemplo, Marie Clémence de Grandval sí que pudo escribir con su nombre en pleno siglo XIX y gozar de una buena reputación como compositora. Seguramente el hecho de ser vizcondesa le ayudó en el empeño.

Un personaje que me parece especialmente interesante es Nadia Boulanger, un nombre que probablemente no dirá nada a quien no esté bastante metido en este mundillo y que además nos dejó muy pocas composiciones propias, pero que fue profesora de la gran mayoría de los grandes compositores del siglo XX, con lo que su contribución resulta clave en el devenir de la música clásica. Seguramente sea esta faceta de profesora la que la hace tan cercana a mí.

Tengo curiosidad por ver si algún día se pueden rescatar las obras completas de las alumnas de Vivaldi en el Hospedale della Pietà de Venecia de las que hay constancia que fueron compositoras, como Anna Bon, Michielina, Agata y Anna Maria della Pietà y algunas otras, pero me temo que esta investigación musicológica queda un poco fuera de mi ámbito.

En este sentido me gustaría recomendar un excelente trabajo de recuperación de música compuesta por mujeres. Se trata del disco “La muse oubliée” de mi amigo pianista Antonio Oyarzabal. Con él podemos disfrutar de un gran repertorio compuesto entre los siglos XVIII y mediados del XX, en gran parte desconocido hasta ahora.

Juan Mari Ruiz : Para todos los públicosRecientemente leí el libro “La tierra que vio nacer el blues” de Alan Lomax, quien fue un investigador que desarrolló una labor fundamental para conocer las músicas populares que existían en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, llegando a descubrir a algunos músicos que tiempo después se convirtieron en grandes figuras reconocidas internacionalmente, incluyendo al mismísimo Muddy Waters. Alan Lomax era muy aficionado a la música clásica y él mismo era músico. En el libro cuenta que los espirituales negros que él pudo escuchar al principio de su carrera eran extremadamente complejos rítmica y armónicamente, que en nada tenían que envidiar a la complejidad de la música clásica europea y que se regían por unas normas diferentes. También que aquellos espirituales evolucionaron hacia el gospel, que era más sencillo y que es lo que nos ha llegado a nuestros días. ¿Qué opinión te merece la tradición musical africana? ¿Crees que hay características en la música que pueden servir para determinar que una determinada tradición cultural es superior a otra?

Creo que es un error hablar de superioridad de una cultura sobre otra. Todas dependen de su ámbito geográfico y social, y cumplen su función dentro del grupo humano en el que surgieron y se desarrollaron. Es innegable que en cualquier parte del mundo y en toda época ha habido personas con el mismo talento que Mozart, Einstein o Shakespeare, y que lo han manifestado dentro de su contexto cultural. Que no sea el nuestro no significa que sea menos válido y en muchos casos, como el que comentas, con un grado de complejidad equivalente.

Hace más de un siglo que Stravinski organizó un gran escándalo en París con su “Consagración de la Primavera”, utilizando armonías rompedoras y un ritmo que recuerda a los rituales ancestrales que evoca la obra, y ahora esos sonidos están completamente asentados en nuestros oídos europeos. Poco después Gershwin introdujo el jazz en la música clásica y con él, en cierta medida, parte de la tradición africana. Piazzolla acercó el tango a los auditorios clásicos, precisamente animado por Nadia Boulanger, y otros compositores americanos como Ginastera o Villalobos llevaron los aires populares de su país a la orquesta sinfónica.

En un mundo globalizado es inevitable, y deseable, que haya intercambio entre las distintas tradiciones musicales. Es cierto que lo que llamamos música clásica se ha desarrollado en Europa, y en los últimos cien años en América, pero la mejor manera de que esa evolución no se interrumpa es que el compositor se sienta libre para beber de todas las fuentes y crear su propio estilo.

Seguramente has manejado otras muchas anécdotas e historias que han quedado fuera del libro, pero de similar atractivo e interés… ¿Es posible que en el futuro haya una segunda parte de “Música para fisgones”?

Eso depende de la aceptación que tenga este volumen, que por lo que me está llegando está siendo muy buena. Claro que se han quedado fuera del libro muchas historias interesantes y que me ha costado dejar en el tintero, de los nombres que aparecen y de muchos otros, pero en algún momento había que poner el punto final. Están bien guardadas esperando su oportunidad.

Volviendo a tu carrera como músico… También tocas el corno inglés. ¿Qué nos puedes contar sobre este instrumento y lo que a te atrajo de él para licenciarte en su interpretación?

Es un instrumento que me encanta. Para los que no estén familiarizados, podemos decir que es un oboe un poco más grande y que tiene un sonido más grave y cálido. Son célebres los solos de la “Sinfonía del Nuevo Mundo” de Dvorak, del “Concierto de Aranjuez” de Rodrigo o de la obertura de “Guillermo Tell” de Rossini y es un placer tocarlos. Estudiar el corno es una parte importante de la formación de un oboísta, puesto que en la orquesta es muy habitual y, aunque parezca un instrumento igual que el oboe, tiene ciertas características que lo diferencian y que requieren de un estudio especializado.

Pero a este respecto tengo que reconocer que realmente la especialista es mi hija Ane, que desde esta temporada es corno inglés solista de la ROSS, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.

Juan Mari Ruiz : Para todos los públicos¿Alguna vez has tocado en grupos fuera del ámbito de la música clásica? ¿Te atrae el tocar con músicos de folclore o de rock?

Hace muchos años participé en la grabación de un disco del grupo Akelarre. Fue poca cosa, una melodía que hacía de intro a uno de sus temas. El oboe no es un instrumento especialmente bien adaptado a otros tipos de música fuera de la clásica debido a las características de su sonido y a su relativa falta de potencia, aunque hay quienes han hecho intentos muy interesantes de introducirlo en el jazz.

Sí que me interesa la vertiente popular y festiva de la música. La contribución que hacen las bandas de música, ya sean profesionales o amateur, a la divulgación es impagable. Y, por otra parte, no hay nada que anime más una calle en fiestas que unos trikitilaris o una charanga tocando su repertorio más popular. Cuando se da el caso, cambio el oboe por el saxofón.

El prólogo del libro lo firmas en Irún, en junio de 2021. Por ello imagino que eres de allí, o al menos vives allí. Y de Irún es uno de mis músicos favoritos: Fermín Muguruza. Quien fundó Kortatu, Negu Gorriak y después ha desarrollado una extensa carrera en solitario… ¿Conoces su música? ¿Qué valoración te merece?

Pues sí, soy de Irun y vivo aquí. Es una ciudad de mucha tradición musical en todos los sentidos, con la banda, de la que hemos salido muchos profesionales, varios coros y, como no, los grupos de rock de los ochenta. A Fermín le conozco poco, algo más a su hermano Jabier y con su otro hermano, Iñigo, trabajé algunos años. Esos grupos que mencionas, desde luego, formaban parte de mi banda sonora de hace unos años, cuando era aún más joven, y todavía los escucho con gusto. Mientras escribo esto tengo esos discos en la estantería que está detrás de mí. Supusieron toda una revolución.

Si al principio de la entrevista he dicho que en casa somos todos músicos, no puedo olvidar a la otra rama familiar, mis primos García. Alberto colaboró con Kortatu y Negu Gorriak, además de estar muy presente en la movida punk, y Miguel Ángel tocó y sigue tocando en Antirrégimen. El otro hermano, Juan Carlos, tocó en The Covers y Lusty Men, y desde hace más de treinta años, casualmente los mismos que llevo yo dando clase, regenta Bloody Mary, una tienda especializada en discos de vinilo de Rock&Roll en todas sus variantes, que es toda una referencia a nivel internacional, además de promover conciertos.

Ya veis que en casa tenemos música para todos los gustos.

Y nada más, salvo agradecerte tu tiempo, desearte suerte con el libro y dejarte espacio por si deseas añadir algo más para nuestros lectores…

Sobre todo, quiero agradeceros el interés que habéis mostrado por mi libro. Confío en que guste, que los lectores lo disfruten y que mientras lo leen les queden algunas ideas que les permitan disfrutar aún más con la música clásica.

Más información:

Web oficial de Juan Mari Ruiz: juanmariruiz.com

Canal de YouTube de Juan Mari Ruiz: https://www.youtube.com/juanmariruizoboeacademy

Facebook oficial de Juan Mari Ruiz: https://www.facebook.com/juanmari.ruiz/

Instragram oficial de Juan Mari Ruiz: https://www.instagram.com/juanmariruiz

Web oficial de Redbook ediciones: https://redbookediciones.com

Web oficial de la revista Melómano: https://www.melomanodigital.com

Web oficial de Rigoutat: https://www.rigoutat.com/es

Web oficial de Antonio Oyarzabal: https://www.antonioyarzabal.com

Web oficial de Bloody Mary https://www.bloodymary.biz

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

F-MHop
Jefe de redacción de La Factoría del Ritmo desde su fundación en 1995. Ha colaborado en diversas publicaciones musicales, entre las que se encuentran Rockdelux, Hip Hop Life, Hip Hop Nation, Serie B, Metali-k.o., Zona de Obras, Pulse! Latino o Astur Music. También ha hecho radio, colaborando con Onda Cero, Arco FM y Onda Verde Gijón. También fue beatmaker en el grupo Soul Dealers, practicantes de un Hip Hop combativo y comprometido.

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