La banda de Barcelona demostró en Sydney su buen momento y rozaron el cielo de las antípodas. La Factoría del Ritmo asistió al concierto y te lo cuenta en exclusiva.
No deja de ser curioso que el escenario donde Macaco dejaría su particular marca de amor interplanetario fuera la antigua cárcel de la ciudad, lugar donde centenares de convictos fueron traídos a Australia, algunos por penas tan nimias como robar un peine.
Afortunadamente, hoy los tiempos han cambiado y el edificio es un museo que da fe de los distintos usos del lugar en sus menos de 200 años de existencia. Además, en el patio exterior se celebran eventos culturales como el que Macaco, teloneado por The Pinker Tones, ofreció el pasado 18 de Enero.
Todavía no había oscurecido cuando los chicos de The Pinker Tones se pusieron al mando de todo su equipo electrónico. Como viene sucediendo últimamente, a Mr. Manso y al Profesor Furia les acompañó DJ Niño y los tres se repartieron las tareas de dinamizar al público, lo cual siendo tan temprana hora no se vislumbraba nada fácil.
Pero el trío demostró por qué se han abierto un sorprendente hueco en la escena electrónica mundial, y por qué están haciendo bolos por todo el planeta, de Nueva York a Johannesburgo. La clave del meollo ya la propuso Einstein: la energía no se crea ni se destruye, si no que se transforma. Y eso fue lo que hicieron prodigiosamente los tres chicos de blanco: tomaron la energía de las máquinas y supieron trasmitirla al público. ¿Quién dijo que los conciertos de música electrónica son fríos? Ellos pusieron calor y entrega, se les notaba que disfrutaban, y el público poco a poco cayó rendido a sus pies. Al final de su actuación despidieron al trio barcelonés grandes ovaciones y silbidos de alegría a modo de taurinos pañuelos blancos. Desde luego, una espectacular faena.
Fue esta vez más adecuada que nunca la habitual pausa entre actuaciones, pues permitió al público relajarse, acercarse a por unas cervezas a la barra (en Australia sólo se sirven cervezas en los conciertos) y prepararse para el cambio de tercio que Macaco proponía.
Además, según pasaba el tiempo se iba haciendo más patente la presencia de un sector latino, el cual había acudido ansioso ante la escasa oportunidad de ver artistas hispanoparlantes por estas remotas longitudes.
Finalmente, pasadas las diez y media la banda que acompaña a Macaco hizo acto de presencia y se acoplaron en sus instrumentos para dejar el resto del reducido escenario a Dani “Macaco” y al no siempre bien ponderado Paul de Swardt, el cual asume sin complejos su labor de número dos y es el perfecto complemento tanto escénico del primero.
Poco a poco fueron desgranando la mayoría de los temas de su último disco junto a los de trabajos anteriores y entre canción y canción Dani se esforzó por conectar con el público local y aunque su inglés es algo flojillo, el público respondió magníficamente ante el entusiasmo derrochado por la banda.
Un entusiasmo que se ve reflejado en su música, ese mestizaje con un sabor tan particular. Pero en mi opinión la magia de Macaco reside en ese carisma que exhala su líder y alma máter. He visto muchos grupos encima de los escenarios, pero pocas veces he visto este aura que rodea a Daniel Carbonell y que creo que flota por todo ese magnífico trabajo que es su último disco “Ingravitto”.
Durante la hora y media hubo bastante momentos álgidos, como “Brasil 3000” que revolucionó al numeroso público brasileiro presente, la emotiva “Con la mano levantá”, o los momentos que dedicaron a la improvisación y en la cual Paul de Swardt dio buena muestra de su valía ante el micro.
Tras finalizar el repertorio la banda se despidió y el publico australiano, no acostumbrado a pedir bises, se dirigió cabizbajo hacia la salida. Menos mal que quedaba una buena tropa latina que a silbido limpio forzó la vuelta al escenario de los de Barcelona, los cuales nos deleitarnos con otros dos temas.
Visto lo visto en el escenario se nota que Macaco se encuentra en un momento dulce de su larga carrera. Se está ganando el respeto de público y crítica sin vender su alma al diablo y eso, hoy dia, vale su peso en oro.
No te pierdas la galería fotográfica: “Macaco + The Pinker Tones: Concierto en Sidney – Enero 2007”.
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