Ynwie Malmsteen: Concierto en Vigo – 03/07/2008

Ynwie Malmsteen: Concierto en Vigo – 03/07/2008
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Desastroso final de concierto, el que Yngwie J. Malmsteen ofreció en la Sala A! en Vigo. Ángel Silva nos cuenta todo lo sucedido, con pelos y señales.

protagonistasEl concierto de Ynwie J. Malmsteen  en Vigo acaba como el Rosario de la Aurora.

Una multitud  enajenada acabó pidiendo la cabeza del sueco.

“Me cuesta escribir sobre lo sucedido.
 Me cuesta digerir lo vivido…”

Este es el pensamiento que aún, a día de hoy, a muchos de los que asistimos a la Sala A! a ver al hacha sueco, invade nuestro cerebro, intentando buscar explicaciones donde no las hay para intentar quemar la frustración que, alimentada con grandes dosis de ilusión, carcome nuestras entrañas y nos hace sentir culpables por haber caído en la trampa que, cual viuda negra, tejió este peculiar personaje que no solo sació su hambre cazándonos en su red, sino que también sació su sed, dejándonos secos como estacas.

Malos presagios circundaban mi mente.

Desde que hago crónicas de conciertos siempre evité visitar páginas, foros o blogs de actuaciones de días anteriores al concierto al que voy a asistir. Si alguna vez lo hago es para ir haciéndome una idea de que set-list tocó la banda e ir entrando en situación. En ocasiones es mejor no asomarse a la ventana.

Sabiendo que Yngwie J. Malmsteen tocaba en la Sala A!, decidí saltarme el método porque, en ocasiones, debido a la exagerada altura del escenario, es difícil conseguir los listados de canciones a no ser que se fotografíe después alguno de los que tiran o se lo llores a alguien. La cuestión, es que metí mi sucia nariz en un blog de un seguidor del guitarrista que había asistido al concierto de Madrid en la sala La Riviera el día anterior. Lo que allí leí no me dejó el cuerpo demasiado bonito como para ir “estimulado” a esta cita.protagonistasLlegué a Vigo acompañado de mi colega Basi y el fotógrafo J. Figueirido, ambos colaboradores de esta misma página, sobre las 20:30, y como el día estaba como para comer un bocadillo y tomarse unas cervezas, así lo hicimos. A eso de las 21:45 la gente hacía cola tranquilamente para ir entrando a una cita por la que llevaban esperando mucho tiempo. Lo que no nos podíamos imaginar es que nada más entrar por la puerta nos encontramos al guitarrista y su banda encima del escenario y no pudimos evitar mirarnos los unos a los otros con caras de extrañeza. Sabíamos de la puntualidad inglesa (en la entrada ponía que el show  empezaba a las 21:30, pero alguna gente me hizo saber que en la web ponía a las 22:00), pero es que nunca que asistimos a esta sala, el concierto empezó puntual, es más, es bastante normal lo de abrir las puertas y el concierto empezar una hora después. Parece que no fuimos los únicos sorprendidos, ya que un número de personas bastante razonable seguía entrando con la misma cara de circunstancias.

En la  sala, la cual  no recordaba nunca tan llena hasta los topes, se respiraba un ambiente de fiesta heavymetalera, y no eran pocos los fans del guitarrista que coreaban, gritaban y aplaudían a rabiar por lo que otros tantos se dejaban llevar por la euforia de ver al carismático guitarrista hacer sus piruetas y numeritos circenses varios, mientras que un anodino Tim “Ripper” Owens deambulaba por el escenario como el que da paseos de un lado hacia otro pensando en que va a hacer uno el próximo fin de semana. Mención aparte, (nunca mejor dicho), merece la banda que acompaña en esta gira a Yngwie, la cual apartada hacia una esquina, dejaban carril libre para las peripecias de un Malmsteen con morros de niño mimoso.

No se puede negar que la gente se lo estaba pasando en grande pero de repente todo cambió. Malmsteen estaba más pendiente de cosas como que su  asistente de escenario le colocara la bebida, le afinara continuamente guitarras o le colocara las correspondientes toallas. No dudo de la profesionalidad de este chico al cual se le veía abochornado debido a las continuas reprimendas de su “jefe” el cual de una manera bastante desagradable le tiraba las latas vacías con cierta sorna para que el chico se agachase a cogerlas o le hacía continuamente gestos de cortarle el cuello por este o aquel detalle. Lo que un profesional no puede hacer es estar tocando un solo de un tema mítico y estar más pendiente del amplificador mientras ponía cara de asco, cuando tengo que reconocer que el sonido del concierto fue muy bueno y yo por lo menos no notaba tales problemas. La cuestión es que el chico acabó tan confundido que la torpeza lo colapsó hasta tal punto de que no fueron pocos los momentos en los que se le cayeron las púas, tropezó con las guitarras o hacía amagos de ir hacia un lado cuando tenía que ir hacia otro.protagonistasEsto, que pasa en muchos conciertos, no se le daría importancia porque al fin y al cabo uno está pendiente del artista del que va a disfrutar y son pocas las concesiones  que se hacen para ver que hacen técnicos, rodies, etc… si no es porque Yngwie sí parecía querer demostrarnos con sus gestos que es todo un “jefazo” y continuamente girábamos nuestras cabezas hacia la esquina izquierda del escenario extrañados por tales ademanes, quizás una estrategia del sueco para que no prestásemos atención a la esquina  derecha donde se encontraba la banda, no fuera a ser que le quitaran el protagonismo en las crónicas de los días posteriores.

Puede estar tranquilo Sr. Yngwie, como puede observar, esta crónica va dedicada a usted y solo usted, y como también puede observar, no le estoy nombrando una sola canción. Aahh!!… el resto de los humanos también hablamos con nuestro alter-ego.

Tras 45 minutos de concierto, la banda se retira y empieza lo bonito. Yngwie tarda más de la cuenta en volver a salir al escenario y Tim “Ripper” Owens intenta hacer la buena obra del día animando al personal con los consabidos oés-oés, ooós-ooós, a lo que la gente, sedienta de heavy metal neoclásico, respondía con estruendo. Lo raro fue que Owens parecía llegar a un momento en el que estaba forzando la marcha, los minutos pasaban y el sueco se hacía el sueco.

Finalmente, diez minutos después, la gente suspiró porque Yngwie salía a dar una buena dosis de bises, pero esta “buena dosis” constó de un tema alargado durante siete minutos tras el cual cogió a su banda y se despidió de todos nosotros tras la ráfaga de aplausos de una concurrencia que sonreía de medio lado y comentaba a su colega menos asiduo a conciertos, aquello de ¡Ahora, después del primer bis, se retiran nuevamente para volver a salir, tocar otros tres y acabar por todo lo alto!. Pobres insensatos.

Malmsteen decidió dar carpetazo al concierto. Los primeros instantes fueron de incomodidad. Nadie se movía de la sala, con la esperanza de que la banda saliera nuevamente al ruedo mientras el personal miraba en una mano el móvil que marcaba algo más de las once y en la otra la entrada que marcaba 32€. Algo en las cuentas no cuadraba. Era imposible que por ese precio un artista ofrezca una hora escasa  de show (siete u ocho temas, más o menos) a la que hay que descontar los diez/quince minutos que el sueco estuvo refugiado en el backstage.

Parece que de repente la mayoría de la gente cayó en la misma conclusión y entonces la Sala A! se levantó en armas. Los gritos de ¡Manos arriba, esto es un atraco! o un más contundente ¡Hijos De Puta! invadió la sala y nadie se movía en unos instantes donde la tensión se palpaba en el ambiente. Cuando parecía que se iba a  producir algo grave, un miembro de la sala salió a decir, medio titubeante y algo nervioso, la frase del día :“Tenéis que perdonar, pero Yngwie se ha puesto malo” a lo que la gente,  ahora , además de estafada, se sentía puteada y respondió con gritos de ¡Fuera, Fuera!. Aún hubo tiempo de que este pobre hombre, dijera que una ambulancia había sido llamada para atender al guitarrista tras lo cual la sala se fue vaciando para seguir con la protesta en los exteriores, mientras se esperaba con impaciencia al vehículo de urgencias para seguir el transcurso de los acontecimientos.

Llegó la ambulancia y nadie entró ni salió de ella durante los veinte minutos que ésta estuvo en la calle con las luces encendidas, mientras una muchedumbre gritaba y rodeaba el vehículo pidiendo la cabeza del sueco para después pegarle una patada y mandarla  directamente al mar, que se encuentra a escasos metros, para que fuera pasto de las gaviotas.

Sobra decir que no deja de ser “extraño” que un vehículo como una ambulancia, que hace servicios de urgencia, se permita el lujo de estar veinte minutos sin atender a nadie sólo por hacer creer a la gente que realmente sí había pasado algo, lo que ayudó a incrementar el escepticismo de la gente y a decir aquello de: “Haber si va a ser verdad que le ha pasado algo y este se nos queda tieso en Vigo”. Por lo menos a mi no me pareció demasiado ético, máxime cuando podía estar muriéndose otra persona en la otra esquina de la ciudad, pero bueno….

Tengo que aclarar en este punto, que Yngwie. J. Malmsteen no dio muestras de que le pasara nada extraño a su salud durante el concierto y decir que se despidió como cuando una banda finaliza un show. Ese sería el momento de decir a la concurrencia que “debido a que me encuentro mal, (o lo que sea) la actuación de esta noche debe ser más corta. Está claro que se montaría el petate pero sería con algo más de clase. Solamente cuando la sala corría cierto peligro de ser destrozada, fue cuando se nos vendió la historia de la ambulancia.

protagonistasUnas cuantas personas, entre ellos fans del guitarrista, se nos acercaron y nos dijeron que por favor denunciásemos lo sucedido y entre los muchos testimonios que nos relataron, he rescatado los más significativos:

El de un fan acérrimo: “Trece veces, trece!!!, llevo viendo a este tío del que soy fan. Lo he visto  en Madrid, en Barcelona, en Donington Park… mi primer concierto de Malmsteen fue en 1984 y puedo decir que hoy, en Vigo, en mi casa, acaba de morir para mi.”

El de alguien muy atinado: “Yngwie J. Malmsteen vino  hoy a Vigo como si viniera  a  tocar  a una aldea llena de aldeanos”.

El del típico rockero: “Nos han untado el ojo del culo con vaselina y nos han metido un rabo sueco”.

En fin, mis disculpas por no ofreceros una crónica del concierto como tal. Mi ética y la gente que paga una entrada exigen que se denuncien hechos como el vivido. También tengo que felicitar el buen comportamiento de una concurrencia muy crispada y que en todo momento protestó solamente usando su voz y nunca lanzando botellas o destrozando nada, lo que tendría unas consecuencias negativas para nuestra escena.

Hoy más que nunca podemos proclamar aquello de  “El Heavy No Es Violencia”. Yo, por la parte que me toca, me siento orgulloso de la escena heavy viguesa, ejemplo de civismo y  saber estar.

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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