Poesía, plasticidad y colorido... un buen resumen para el concierto que se celebró recientemente en Madrid, donde se presentaba su nuevo disco: "Les Retrouvailles".
Intérpretes: Yann Tiersen (violín, guitarras, piano, glockenspiel, acordeón, voz, toy piano), Marc Sens (guitarras y efectos), Ludovic Morrillon (batería y percusión), Stéphane Bouvier (bajo), Christine Ott (ondes martenot, glockenspiel)
Con un “hola que tal” comenzaba Tiersen su actuación ante el ansioso publico que abarrotaba La Riviera (finalmente elegida, en lugar de Aqualung, por la elevada demanda de entradas). Presentó a la banda atacando con su acordeón el tiempo en L horloge. Del acordeón al toy piano, y el xilofón en Les enfants, que combinado con el sonido del ondes martenot (similar al theremin que caracterizó las películas de ciencia ficción de los 50) y el afán experimentador del guitarra solista que tocaba con todo tipo de objetos sobre la pastilla (un globo, un reproductor de cintas, un taladro, el arco de un violín…) personaron el elemento que faltaba en escena, el juego. Del toy piano al violín en la Veillée, hasta ahí todo temas breves y dentro de los esquemas del respetable (que esta noche hizo honor al adjetivo guardando el silencio necesario para ciertos temas sembrados de sutilezas). Continuó con su faceta multiinstrumentista cambiando violín por guitarra, más cercano al post rock que a los valses que han popularizado su obra y reinterpretando los temas, que alargados, pasaron por distintas etapas de intensidad y colorido.
Tras “Le jour de l ouverture”, A ceux, donde se arrancó a cantar y Plus au sud, Tiersen pasó a susurrar Monocrome, totalmente disfrazada para carnaval. Continuó el recital post rockero, dejando sorprendida a la gran mayoría (aunque sus piezas más conocidas no fueron compuestas para las películas, y su directo se ha caracterizado por su energía rockera, no folklórica).
Le Moulin mantuvo en vilo la respiración de los asistentes para romper en un estallido de aplausos. Retomó acordeón y violín para interpretar las exquisitas “L homme aux bras ballants” y “Sur le fil” o “Les Bras de Mer”.
En el primer bis un Tiersen solitario nos deleitó con “Qu en reste-t-il”, seguida de “Le banquet” y “Amelie”. El segundo bis cerró la noche tal y como había empezado, desbordando poesía, plasticidad y colorido, en un derroche de energía que duró dos horas y en el que repasaron buena parte de su discografía.
