Barcelona: ¿A qué precio compra Satanás las almas?

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Nuestro redactor vive en la ciudad condal y la casualidad quiso que no estuviera en Las Ramblas en el momento del terrible atento del pasado jueves 17 de agosto de 2017, porque tenía pensado transitar por ella entorno a esa hora para ir a una librería cercana, pero lo dejó para un poco más tarde. Ahora reflexiona sobre la vida tras la tormenta.

¿A qué precio compra Satanás las almas? (En este tampoco hay foto. Bueno va, pongo un vídeo musical para la carta de ajuste del sábado)

En un restaurante abierto hasta las dos de la madrugada en el Passeig de Sant Joan, el 23 de agosto, el tiempo es desarmado, sin causar alarma, con bucólica paranoia gracias a la canción “La vida es una tómbola”, de Marisol, en el hilo musical.

Hace unos 35 años que vengo, o más, no quiero exagerar para no asustar, bueno, la verdad es que no exagero. El dueño para mí es el tío que mejor cocina en plancha de la city, tal vez solo empatado por un pavo de otro restaurante al que iba cuando vivía en la calle Renclusa, en La Floresta.

La verdad es que me maravilla. Ahora, rasca y rasca la plancha, la limpia y la hace brillar. Lleva así más de esos 35 años en turnos de 20 horas con un día de fiesta a la semana y ha follado y es padre. Poco antes cerca de Camp de L´Arpa, El Clot de tintes garrulos, según zonas, una mujer blanca haciendo cola detrás de mí, para comprar lotería y esas ludopatías toleradas por el Estado, me mira con cara de asco y gesto de repugnancia por cómo voy vestido consiguiendo la empatía, mismo gesto y cara de asco en la mujer negra que me vende la bonoloto. Y entonces soy feliz porque en este fugaz racismo que me rechaza consigo ver a una mujer blanca y a una mujer negra estar de acuerdo por encima del color de la piel, ¡yeah!

Unas horas antes a todo esto, en el ordenador, veo la cara de la mujer tuerta catalana gracias al pelotazo disparado por un Mosso, o por varios y miro la hora en el reloj que alguien me regaló, pero está parado. Urge un cambio de pila, ¿las mías también a los 55 años?

“Barcelona no tiene miedo”, ¿qué va? Está cagada patas abajo, arriba y con diarrea en el patíbulo del dolor, el desconsuelo, la incertidumbre y la falsa calma de que ahora en las calles habrá más policía. ¡Bien, al final nos lo colaron!

¿No hay miedo? Sí, ya sé, se me va a acusar de blasfemo por no recitar el nuevo mantra municipal.Ayer y antes de ayer recorrí gran parte de la ciudad en hora punta de turismo en ebullición en un 22 de agosto cualquier otro año, y este no hace muchos días. Estacio

nes de Metro semivacías, vagones en los que aburría elegir dónde te sentabas, la línea azul hacia Sants normalita, pues ya hay quién me dirá que los millones de personas de estaban en Sants; los carteristas, solo dos rumanos, los identificó hasta un vendedor de cupones por el olor y nos lo dijo.

¿Y las calles?

Desiertas, viajes a la ciudad cancelados, gente de regreso ipso facto a sus países, lo cual es normal si se aplica el sentido común, “seny” en catalán, hoy es noticia que Ryanair baja el precio de los vuelos para que no descienda el nº de ellos tras los atentados, no hay apenas patinadores en Plaça Universitat, puedes ir en zigzag, sin estar borracho,  por las Rondas (Pere, Pau y Antoni), no esquivas las manadas de chinas con maletas y móviles en la mano, todas ellas muy guapas, y el bar Estudiantil, que frecuentaba Vázquez Montalbán, a medio gas, con la zona de ambiente gay sin chillidos y apretadas filas de mirones en las tragaperras en los bares de barrio (más ludopatía tolerada por el Estado).

Vuelvo al mismo restaurante del Passeig de Sant Joan. Marisol sigue cantando en mi infancia de 55 años gracias al hilo musical. ¿Yo tengo miedo?, ¿y Tú? Bueno, el circo jerárquico ya repartió las estampitas mediáticas de la caridad. Nos queda llorar y pensar en las víctimas del terrorismo, del hambre, la miseria, la pobreza, los desalojos, el pauperrismo, la mierda denigrante de las cantidades de pensiones, o el paro, el 25% de niños, más, o menos, que no comen nada en esta ciudad, etc, etc, etc.

Claro que hay miedo, pero seguimos, se resiste, porqué no se llama a las cosas por su nombre, y se resistirá hasta dónde se pueda, tampoco habrá milagros y menos mal que falló ese objetivo que era La Sagrada Familia y otros monumentos. Y no, no es consuelo en el desconsuelo, pero todavía estaríamos contando muertos.

¡Vaya!, en el hilo musical el Dúo Dinámico, dice que su amor tiene quince años. Con esa edad, o menos, el Passeig de Sant Joan era caca de perro, arena, tierra, partidos de fútbol con pelotas de cuero, y ostiazos entre los de la calle de arriba, de abajo, la plaza Raspay, la de Tetuán y la de Joanic, y las primeras novias que eran sabias en el sexo oral, mucho más que nosotros.

¿De verdad todo el mundo está en Las Fiestas de Sants?

Bueno, el día tiene sus colores, y hay gente que ve el día de uno determinado. Mi rockera favorita, o sea Aurora Bertrán, Tahúres Zurdos, una vez lo vio todo azul, y lo cantó, así que por ahí os dejo el vídeo del tema.

Por cierto, la mujer de raza negra de la tienda de lotería antes de que entrara la blanca me había guiñado un ojo. Ya veis, la gente se adapta rápido a quien tiene más pasta. Y ¿los sentimientos, qué?

La semana pasada fui testigo ocular, a eso de las 13 horas, en la calle Cartagena, cerca del Hospital de La Cruz Roja, al lado de una fuente de agua, a tres minutos de la Avinguda Gaudí, sobre la que meaba un alegre perrillo, de cómo un niño lloraba porque su madre borracha, sí, al mediodía, algo también normal en Barcelona, se había caído de culo y chafaba su bolsa de chuches. La mamá canturreaba “seré tu amante bandido” y al final el niño consiguió recuperar la bolsa ante los ojos inexprevisos de varias ratas con alas, como yo las llamo, más conocidas como palomas.

¿A qué precio nos compra Satanás el alma?

No las quiere ni regaladas.

¿De qué, o porqué se reía Ada Colau? Y a mí que me importa.

Saludos, abrazos y cervezas, Julián Sánchez Caramazana
 

Tahures Zurdos intepretando en directo “Azul”:

https://www.youtube.com/watch?v=Cn1-ku32y0I

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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