Hace ya tiempo que más de uno teníamos ganas de echarle el guante a los versos de Manolillo Chinato.
Al fin, el Robe, en un gesto admirable, ha grabado este disco junto a sus amigos de Platero y Tú, y en el cual, bajo una variada base musical, podemos escuchar parte de la obra de Chinato, a veces recitada (casi siempre por el propio autor), y a veces cantada por Robe y Fito.
Quizás lo que más impresiona de la grabación es el propio hecho de que Robe, tal y como están las cosas, haya podido sacar adelante este proyecto suyo (convenció a Fito y al resto después, en una noche de borrachera), el cual me parece aún más arriesgado que “Pedrá”, y al que recuerda por el aire de libertad que se respira en él. Y es que el Robe, desde sus inicios, en un ambiente tan duro como en el que él se movía, a caballo entre el rock urbano y el punk, siempre se definió como poeta y rey de Extremadura, dos títulos que por aquel entonces, tomando versos del propio Chinato, equivalían poco menos que a ser basura.
Pero, a diferencia de “Pedrá”, donde yacía una carga de rabia y mala leche, en este caso la base es un rock maduro, muy apropiado al mensaje del poeta (que tampoco es un chaval precisamente), sazonados con la esencia de la palabra de Manolillo Chinato: amores desesperanzados, una brisa del aire de la libertad corriendo por los poros, la rabia del que es consciente de la injusticia de este mundo y se declara en rebeldía por medio de las palabras, y también ese aroma que se reflejó mucho en la primera etapa de Extremoduro, el aire de la sierra de Gredos, su sol, y su gente llena de vida, a pesar del expolio que de ellas hizo siempre la historia….
Desgraciadamente, el disco comienza de manera muy poco arriesgada. “A la sombra de mi sombra” es un tema que entra fácilmente pero que puede dar una imagen falsa tanto del resto del disco, mucho menos alegre y mucho más lírico que este tema con una letra cargada de demasiados tópicos. Para mí, la peor canción del disco. Es con “Juguete de amor” cuando comienza verdaderamente el recital. La voz áspera del autor va desgranando versos de soledad y nostalgia y por debajo la línea melódica sabe mecerse entre las palabras y los sentimientos. En todo el disco se mantiene, en líneas generales, un sonido “extre-platero”, aunque balanceándose hacia fases más “Extremoduro”, como en “Viento (déjame ir contigo)”; más Platero en “Abrazando a la tristeza”, ó “Si el cielo está gris”, o incluso toques de heavy rock (¿influencias de Iñaki Antón?) en “Eterno viajero”, ó “Sueños”; y la sorprendentemente barroca “Tres puertas”, el tema más vanguardista del disco, el cual se acerca más al lenguaje musical usado en medios audiovisuales que en discos de rock. Un envite del que salen ganadores.
En días en que la mitad de los jóvenes andan comprimiendo y desguazando el lenguaje en emails y ese-eme-eses (por no hablar de los periodistas deportivos), es de agradecer que alguien de la escena rockera se atreva a lanzar un disco en el cual, durante la mayor parte del mismo, se recitan poemas, y el cual, desde luego, es cualquier cosa menos comercial, devolviendo al panorama rock nacional un aire de libertad creativa que parecía un tanto perdido, y que redime a Roberto Iniesta del fiasco de su anterior disco.
Comentario: Félix Vera.
(Fecha de la publicación: 27/09/2001)
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