No son muchas las ocasiones en que en ciudades pequeñas, como Santander, se puede disfrutar de festivales que se acerquen a propuestas artísticas no masivas.
Los días 26 y 27 de Noviembre tuve la ocasión de asistir a las sesiones dedicadas a la independencia artística dentro del techno. Siete artistas distribuidos en dos días, con representación cántabra, española e internacional.
El lugar donde se celebró el evento fue un teatro. Buena acústica, iluminación acertada y… demasiados asientos. Sí, para una música como la que se ofreció, destinada claramente al baile, un teatro no es lo más adecuado, aunque los anchos pasillos ofrecieron la alternativa para que los asistentes pudieran bailar.
El caso es que yo tengo un problema con esta música. Nunca termino de tener claro si están pinchando, “tocando” en directo o con todo grabado. El ver a un artista casi completamente estático, pulsando botones y soltando secuencias no es lo más espectacular del mundo, desde luego, y creo que habría ayudado bastante unas pantallas gigantes con cámaras apuntando a los aparatos, para poder haber visto las maniobras frente a los platos, los sintetizadores, etc… 
Las dos noches fueron entretenidas, a pesar de la linealidad general de los artistas, que tenían un estilo bastante definido en lo rítmico. La gente al principio estuvo tímida, en los asientos y espectantes, pero poco a poco se fue animando y comenzando a bailar. El viernes con el tercer artista la participación era masiva, el sábado con el segundo.
Pero cuando aquí decimos masiva, lo decimos en términos relativos a los asistentes. Pues el público no llegaba a las 150 personas… lo cual da mucho que pensar, ¿realmente son tan importantes las culturas y músicas alternativas cuando convocan a tan poca gente?
Tal vez es que haya que medirlo en términos cualitativos, porque si nos referimos a cantidades, no hay nada que hacer…
EL VIERNES
Abrió la noche “Alberto Palacios”, DJ Asturiano que apuesta por el house y que cuenta con un curriculum extenso de visitas a discotecas de España y alguna incursión en el extranjero. Su set fue trabajo de selector, enlazando temas, aunque hubo un momento especialmente excitante cuando introdujo sonidos salseros entre la repetición infinita de “bombo/caja”.
El segundo en aparecer fue Angel de Castro, DJ y productor cántabro que lleva metido en el mundillo musical desde principios de los 90. Su set se basó en el disparo de secuencias rítmicas y en jugar con filtros de frecuencia. Aquí si tuve muy claro que lo hacía en directo, por los fallos y por las atropelladas transiciones entre ritmos. Aunque en general estuvo aceptable.
An Der Beat fue quien cerró esta primera noche, con una sobre-exposición a las posibilidades del sampler. Este catalán comenzó como DJ en el 89 y ha tenido dos proyectos, el primero Child B y a partir del 96 An Der Beat, donde destruye la música disco, funky y hip hop de los setenta y ochenta, para construir sus propias composiciones. Secuencias veloces de ritmos, ruidos extraños y cientos de sonidos sampleados de fuentes distintas. Sin duda fue lo mejor de la noche, por incluir una mayor variedad, por transmitir la sensación de directo (sin tener que cometer fallos) y por su eclecticismo a la hora de elegir las muestras. Además, con la contundencia del resultado, no había quien se durmiera en el asiento.
El SÁBADO
La noche “fuerte” la abrió Falk Anero, discjockey alemán residente en Heidelberg. Seleccionando ritmos veloces y secuencias diversas.
CIO, también conocido como Leandro Gámez, fue el siguiente, otra avalancha de ritmos rápidos acogidos con bailes por el personal. Estuvo muy bien.
En tercer lugar salió Christian Wünsch, desde la propia Santander (aunque sea de origen Alemán), prolífico artista que ha grabado con diversos seudónimos: R.O.L.W., After Sun y Metal Artefak, además de con su propio nombre. Sin olvidar que forma junto a Angel de Castro el proyecto M.A.S.A..
Su espectáculo se caracterizó por un sonido denso pero versátil, veloz pero con matices. De lo mejor del festival, con crescendos, arpegios rugosos y mucha contundencia.
La noche, y el festival, lo cerraron The Producers, un nombre tras el que se esconden Antony Thomas y Alan Barrat, dos techno-men que han grabado decenas de temas en distintos sellos del Reino Unido y Estados Unidos.
Para mi, lo mejor de las dos noches. El hecho de ser dos sobre el escenario les dio la oportunidad de ser más variados y más divertidos. Fueron los más bailados y aplaudidos.
En definitiva, una oportunidad para acercase al estado actual de la música electrónica, aunque se echaron en falta estilos como el drumnbass, el ambient, lo industrial o el techno experimental. Lo que habría ayudado a dar una visión más amplia de este género tan diverso.
Artículo por: F-MHop.
Fotos de Angel de Castro, Christian Wünsch y resto, aparecen por cortesía del Centro Cultural Caja Cantabria (nota: fueron tomadas con anterioridad al festival).
Sobre los autores del artículo:
