Ben Harper, esencia pura de la música, emociona en Madrid (Madrid, Sala La Riviera, 31 de Octubre)
Asistir a un concierto de Ben Harper es una experiencia rara y original dentro del panorama habitual que nos ofrece la escena pop-rock.
Ante la sorpresa del todavía incompleto aforo, Ben Harper apareció, junto a los Innocent Criminals, con media hora de antelación, dispuesto a ofrecer desde su sencillez y timidez una de esas largas sesiones con las que gratificar, desde su apacible silla, al ansioso público.Temporary Remedy, Gold to me y Ground on Down fueron los primeros temas de la noche, en los que el artista empezaba a dar muestra de una voz privilegiada; unas veces en forma de íntimo hilillo, otras para romper en emocionante torrente; y de la maestría que consigue con su Weissenborn (una slide guitar), pareciendo por momentos una jam session setentera.
Una de las primeras joyas de la noche fue la versión reggae de Excuse Mr. en la que como buen líder dejaba buena parte del protagonismo instrumental a sus socios sobre el escenario. El bajista Juan Nelson, su compañero de giras más antiguo, asumía desde la contundencia de sus cuerdas el peso evolutivo de las canciones. Mientras que Marc Ford (antiguo componente de Black Crowes) se imponía desde su guitarra como figura a base punteos y arreglos de buen rock sureño.
El ingenio creador con que Ben Harper compone cada una de sus canciones emerge desde las más profundas raíces esenciales de la historia del rock. Ben Harper tiene la presencia de los grandes músicos de antaño: bebe de autores como Dylan, entona como Marvin Gaye o Otis Redding y nutre su estilo con el sonido de leyendas como Bob Marley, John Lee Hooker o el mismísimo Jimi Hendrix (cuando se acerca al instrumento de las seis cuerdas, del que es auténtico maestro). Buena muestra dio en temas de su amplio repertorio como “Please me when you want”, “Steal My Kisses” y las excepcionales “Amen Omen” y “Burn one down” (éste con despliegue físico y rítmico del percusionista Leon Mobley) mostrando su recorrido por distintos géneros que van desde los espirituales negros a temas de claro corte jamaicano, pasando por el funky.
Lo cierto es que si algo ha demostrado Ben Harper a lo largo de su carrera es un sentido propio, un rumbo fijo en la senda de su propia expresión creativa. A lo largo de once años de andadura artística (desde que lanzara “Welcome to the cruel world”), este músico nos ha ofrecido seis fenomenales discos, de una linealidad excepcional, en los que ninguno adolece de ese clásico revés que se supone de un bajo momento inspirativo.
El artista, un auténtico predicador de causas sociales, intimista y comprometido, se volcó al estilo cantautor sobre su guitarra acústica y su simple voz en la segunda parte del concierto. Con temas como “Power of the gospel”, “Another lonely day”, “Walk away”, y sobretodo en la fantástica “I shall not walk alone”, la gente exigió un justo y riguroso silencio pocas veces visto en esos lares.
El concierto concluyó en una fiesta de alegría, felicidad y bondad, al ritmo de los acordes de “With my own two hands” que con habilidad el maestro Harper hiló con “War”, ese himno de Bob Marley que acabó por romper, 2 horas y 20 minutos después, las ya desgarradas gargantas del complacido público.
Comentario: Nanuckelesquimal
(Fecha de publicación: 20/11/2003)
