John Mayall: Black Music Festival. La Riviera (Madrid)

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Observaciones: El precio de la entrada fue de 30 euros.

Qué necesitan dos generaciones de melómanos diferentes para compartir emociones, más que una barra de bar y un buen concierto de blues.

Y si además este concierto es ofrecido un gigante del blues como no se han visto nacer dos sobre tierras europeas, mejor que mejor.

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Esto es exactamente lo que ocurrió el pasado 27 de marzo en La Riviera. John Mayall llegó puntual a su cita con el heterogéneo público madrileño, que iba desde los 18 hasta los 60. El viejo bluesman compartía con algunos las canas y con otros su inagotable energía. Con 71 primaveras en su espaldas hay que reconocer que se encuentra más jovial que nunca; de no haber sabido su edad, pensaría que se trataba de un veterano hyppie que apenas llega a los cincuenta. Sobre el escenario lo cierto es que no mostró ni el más mínimo atisbo de abatimiento, ni un jadeo, ni un suspiro de cansancio… Los que pretenden guardarle detrás de una vitrina y venderlo por fascículos de “leyendas del blues” tienen que saber que el abuelo todavía les puede dar un buen tirón de orejas.

Con actuaciones como esta se vuelve a ratificar que en la música no existe tiempo ni fronteras, por eso la banda que lo acompañaban parecían (y seguramente lo serían) 20 años más jóvenes que él. Por eso el blues suena tan emocionante en las rivieras del Manzanares como en las del Missisippi. Los Bluesbreakers son una excelente banda de músicos profesionales (quizás demasiado), con un exquisito tacto a la hora de tocar y lo suficientemente discretos para dejar que John arrastre la mayoría de los aplausos. A John le daba igual colgarse una guitarra, que tocar la armónica, que ponerse al frente del teclado o cantar, lo suyo era atraer todas las miradas durante más de hora y media; y es que cuando el blues corre por tus venas, te vuelves un multinstrumentista de la soledad y la noche, y llevas dentro ese sentimiento de dolor e ironía que arrastra tu música.

El sonido fue poco aceptable, con demasiados graves para la intimidad que tiene que generarse ante un concierto de este calibre. El bombo parecía ecualizado para una banda de hard rock, más que para una velada de blues. Dentro del repertorio nos encontramos innumerables versiones de clásicos de todos los tiempos. Nosotros personalmente nos quedamos con “All your love”, canción que Mayall popularizó junto a Eric Clapton (cuando este era más joven e intrépido) allá por el año 66. Y como no, con el más que emblemático Roam To Move, versión jam sessiom de más de diez minutos, en la que John hizo sus desbarajustes rítmicos y vocales para delirio de la concurrencia, como si tuviera 30 años. Lo difícil realmente no es triunfar sino mantenerse y este hombre es todo un ejemplo de honestidad y sabiduría dentro de un estilo que además llegó más allá de sus fronteras. El público que pobló hasta la mitad de su capacidad la sala La Riviera era consciente de esto por lo que se lo agradeció con creces al final del concierto. Y es que quizás en la mente de todos estaba la idea que puede que esta sea la última vez que podamos ver en directo a un gran maestro.

Entrevista por: Making
(Fecha de publicación: 03/06/2004)

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

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