The Peeping Toms

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   Cuando conocí la noticia, yo también fui de los que lamentó profundamente la desaparición de Malarians.

Una de las pocas bandas estatales que ha sabido abordar el Ska con suficiente conocimiento de causa y respeto por las raíces como para no convertirlo en una caricatura, autores de discos básicos para comprender el desarrollo y la evolución de la escena de nuestro país, decidían poner fin a su carrera tras una gira por Francia en la que presentaban su mejor y, a la postre, último disco, el más que notable “Hostal Caribe”. Sí, en su momento yo también me sentí apenado por la noticia… pero ahora me estoy empezando a alegrar. Malarians han pasado a mejor vida, pero en su lugar tenemos a The Peeping Toms, una nueva encarnación de los febriles madrileños que está destinada a brindarnos momentos de una calidad al menos no inferior a los que protagonizaron los autores de “Guaqui Taneke”. Y es que su debut homónimo es un trabajo deslumbrante en homenaje a la música que apasiona a sus intérpretes, amplios conocedores de la materia con la que trabajan y suficientemente dotados en el aspecto técnico para, sin caer en ejercicios de estilo ni autocomplacencia, dar forma a un disco cuya vocación de clásico queda patente desde el primer instante al sumergirse en los maravillosos sonidos que contiene y explora. Todas las fuentes tienen su espacio aquí, y siempre se les rinde adecuada pleitesía: los instrumentales arrastrados onda Skatalites, la tradición de King Edwards, Prince Buster y Laurel Aitken, los temas vocales en la órbita Maytals/Ethiopians, el revivalismo bien entendido de Specials, esencias Soul, Jazz, Rocksteady, algo de Swing, Pop… Es decir, una filosofía musical que, a pesar de incidir mucho en el aspecto más tradicional y auténtico del Ska, tiene uno de sus pilares en la fusión de diversos estilos y sabores, hecho que les lleva a crear bombas como “Jamaiquino Boogaloo”, un Ska con elementos latinos que ya lo quisieran Los Fabulosos Cadillacs, e incluso a versionear canciones de los Bee Gees (“Spicks & Specks”) o Antonio Carlos Jobim (el inevitable “Girl From Ipanema”), en principio bastante alejadas de su campo de acción habitual, con excelentes resultados. Claro que, si lo de las versiones lo bordan, ¿qué se puede decir sobre las composiciones propias? De altísimo nivel y equilibrada variedad, no desmerecen en absoluto junto a clásicos como “Made A Mistake” de The Wailers, y tanto en su faceta vocal como cuando abordan los instrumentales poseen una solidez muy superior a la que mostraba la ya consistente formación que registró “Hostal Caribe”. “Bonney & Read”, “Moonlight”, “Supercoco (Muppet Invasion)”, “Jackpot” o “Engine Number 1966” son sólo algunas de las muchas joyas que contiene “The Peeping Toms”, una obra genuina de gusto exquisito. Como decían Cypress Hill (y Marvin Gaye antes que ellos), “… ain’t nothing like the real thing”. Imprescindible.

Comentario: Jorge X.
(Fecha de la publicación: 21/02/2002)

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

Jorge X
Amante de la música, batería y ex-vocalista en grupos de metal extremo. Sus amplios gustos musicales solo son comparables con sus amplios conocimos de géneros como el jazz, el Hip Hop, el metal o el hardcore.

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