Wax Beat, el grupo liderado por la cantante Patricia Kraus, el músico y productor Juan Belda y el artista y programador Juan Gómez-Acebo, presentó el pasado 7 de noviembre en la Sala La Arena de Madrid su segundo trabajo Go outside and play.
El concierto empezó con una hora de retraso (¿a quién se le ocurrió la brillante idea de programar el concierto a las 9 de la noche de un día laborable?) y en ese tiempo pudimos observar la variopinta fauna que apareció por la sala (creo que algunos lo que tenían interés era sólo en estar presentes) y es que no todo los días coincide uno en un concierto con gente del mundo de la farándula como los actores Tristán Ulloa o Candela Peña junto a grupos de cincuentañeros del barrio de Salamanca y todos ellos junto a jóvenes rastafaris diestros en el manejo de la maría.
Supongo que parte de esto tiene que ver con que Patricia porta un apellido que pesa, y eso despierta siempre interés… ¡pero centrémonos! que esto empieza a parecerse demasiado al “Semana”.
Comenzó, pues, el concierto a las 10, con una sala bastante llena, y casi de sorpresa arrancó la banda con “So sad and blue”, el tema que abre su último trabajo. Un tema vibrante y tremendamente pegadizo que se merecía un saboreo menos apresurado. Después, poco a poco fueron desgranando títulos de sus dos trabajos publicados, en los cuales pudimos ver cómo la cantante tenía que enfrentarse a similares problemas que su ilustre ancestro. Si bien antaño las estrellas del canto debían hacer frente a unos obstáculos que se manifestaban en la orquesta y su director, para poder hacerse un camino emocional hacia el público, lo mismo sufrió ayer Patricia Kraus en una guerra contra las máquinas, las cuales se empeñaban muchas veces en imposibilitarnos escuchar una voz magnífica, y bien trabajada. Una voz tal vez demasiado buena para el conjunto que la acompañaba, y que sabe adaptarse al amplio espectro que recorre el grupo: toda una colección de sonidos setenteros, desde el funk al rock psicodélico, pasando por matices más finos y cercanos al soul o el lounge y que nos llevó a disfrutar, con el energético tema que cerró su set antes de los obligados bises, de los momentos más intensos de la noche. Entre los músicos que subieron a escena se notaba cierta falta de conjunto que se vio reflejada en el espíritu de las interpretaciones, notándose un núcleo entre el programador, el batería y la propia cantante del cual quedaban excluidos el guitarrista y el bajista. Mención a parte damos al trompetista invitado, el cual hizo su actuación correctamente, si no fuera porque no se sacó el chicle de la boca ¡ni siquiera para tocar!
Al público le costó entrar, puesto que Patricia guarda su fantástica voz para sí misma, sin proyección emotiva hacia el exterior y la cuesta comunicarse con el público; quizás sea frialdad o quizás falta de tablas en este tipo de conciertos.
Los puristas seguramente nos aconsejarían que mejor nos valdría quedarnos con “lo malo conocido”, pero con una cuantas mejoras en el sonido y en cuanto Patricia decida salir a comerse al público, nos quedará un, a buen seguro, estupendo “lo bueno por conocer”.
Comentario: Katja Habith & Félix Vera
(Fecha de publicación: 20/11/2003)
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