Photek: Solaris

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   Hablar de Rupert Parks es referirse a un genio que, al menos hasta la publicación de su segundo largo, era considerado como uno de los mayores visionarios de la escena Jungle/Drum’n’Bass británica.

Su deslumbrante carrera, que contó al principio con el apoyo de Goldie y Metalheadz, culminó en 1997 con la publicación del monumental “Modus Operandi”, una obra maestra que asombró a propios y extraños por su gélida concepción del Drum’n’Bass y su precisión matemática a la hora de programar ritmos.

   Así pues, no es de extrañar que la publicación de “Solaris” haya creado bastante expectación. Pues bien, Mr. Parks nos ha dejado a todos con un palmo de narices, porque entre lo que esperábamos de Photek y lo que nos encontramos en realidad hay un mundo. Eso sí, la decepción inicial se fue transformando poco a poco en interés y más tarde en admiración ante el calibre de esta grabación. La apuesta no ha podido ser más fuerte: un lavado de cara radical en el que, exceptuando el intensísimo trip de “Infinity”, muy poco queda de Photek tal como lo conocíamos. O eso es lo que parece en la primera parte del disco, porque los parajes desolados y el blanco y negro siguen siendo la base de su sonido, aunque a veces los intente camuflar bajo la cálida voz de Robert Owens, como en “Mine To Give”, o se permita pequeñas licencias coloristas con resultados fascinantes, caso de “Can’t Come Down”. Lo que no ha cambiado es su capacidad (digna de estudio) para revolver los ritmos, ya sean pulsaciones pseudoindustriales como “Terminus” y “Junk” o House hipnótico a un paso del minimalismo como el tema que da título al disco, y para evocar paisajes y estados de ánimo, por no hablar de esa sensación de “viaje” que está presente en todas su creaciones y que es una de sus mayores virtudes.

   Lo mejor del disco, en mi opinión, hay que buscarlo en su segunda mitad, mucho más oscura y experimental que la primera y a la vez más perfecta, en la que se nos permite vislumbrar un universo dominado por el azul en el que se suceden amaneceres polares, cataclismos a cámara lenta (“Halogen”) y hecatombes ecológicas (“Lost Blue Heaven”), y en cuyo centro sólo existe nuestro propio pasado, enterrado y hecho añicos (“Under The Palms”). Así que lo que en principio parecía ser una decepción se acaba mostrando como un disco formidable, seductor, que cautiva tanto o más que “Modus Operandi”, aunque de una forma sustancialmente distinta. “Solaris” no es un álbum para escuchar pensando en el pasado, sino mirando al futuro; un futuro que, bien pensado, ya está aquí. Y su nombre es Photek.

Comentario: Jorge X
(Fecha del artículo: 22/3/2001)

Este artículo fue publicado originalmente en La Factoría del Ritmo (sección: ).

Sobre los autores del artículo:

Jorge X
Amante de la música, batería y ex-vocalista en grupos de metal extremo. Sus amplios gustos musicales solo son comparables con sus amplios conocimos de géneros como el jazz, el Hip Hop, el metal o el hardcore.

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